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Elegía para la novia del torero

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Crónica Taurina

2 Alfonso Lara

Por: Alfonso Lara (*)

Amor y dolor, fue su vida. Fulgor y bruma: Alberto Balderas. Torero-arlequín que rompió la emoción del gentío venciendo fieras.

Torero moreno y plástico, como su raza. Ídolo de la fiesta; fiel, honrado, emotivo y artista.

Aquel 29 de diciembre de 1940, y segundo de la tarde, la pizarra de “Cobijero”; colocó sobre puerta de toriles la Parca

“Dos facas tus entrañas

desgarran.

Tu vida en flor

por un costado escapa.

Y esa capa de maravilla,

es tu mortaja…”

Cuando del burladero se desprendió para hacer un quite, pesado ambiente de tragedia corrió por la plaza,

“…desaparece tu exquisita

presencia de filigrana…”

Y en la tarde sonora que apenas nacía en el Coso de la Condesa; toro negro listón, rápido y certero, con  divisa rojo y negra

“La tarde clara

se pintó con tu sangre.

Sangre amanecida

el último día de sol…”

Estupor y llanto salvaje rompió el aire, y el pecho de la afición se acongojó con ojos de dolor y espanto

“Llora el relampagueo

de una guitarra

color de arena…”

Estallaron voces en gradería, con ritmo incontenible sin poder callarse,

Las castañuelas

vibraron y rompieron

los corazones…”

Mientras allá, en la lejana Chihuahua, llanto sólo, íntimo y lejano, de mujer enamorada. Sufría por la prenda que su corazón añoraba.

Pensaban casarse en Parral, la tarde gloriosa que el esteta triunfara; planearon el viaje de bodas a La Habana, para esconder su felicidad lograda. Esperaron juez civil, párroco… y nada.

Llegó la última temporada y el rumbo del destino, les cambió la jugada.

2 Alfonso Lara F2

Guadalupe Munibe, fue su felicidad; y lo conquistó con aquellos ojos dulces que brotaban de su alma.

Toda, amor y dolor; vivió silente, sola y lejana, mirando pasar los años; rodeada de recuerdos, imágenes, y la gallarda presencia del torero, por siempre en la frente grabada.

Así, llorando, pensando y sufriendo su tragedia con amor y dolor; vivió muriendo sola, la novia del torero.

“Vuelve… vuelve y canta,

la canción de la tristeza

y la distancia.

Y deja que el mundo ruede,

sin eco ni resonancia,

que tu amargura proviene

de los veneros del alma”.

(*) Pintor taurino y periodista independiente

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