René Narváez Lozada*
Con motivo de la llamada Semana Santa, veo que los niños ya salieron de descanso y, con ellos, el trafico disminuye, las casas se ven “patas pa’arriba”… jejeje, cuando menos, la mía se ve así.
Los niños y los jóvenes, motores de esta sociedad, marcan el reloj social y la pregunta surge ¿Qué vamos a hacer esta Semana Santa?, ¿Se irá usted de paseo o se quedará en casa?, no sé cómo la vaya usted a pasar; sin embargo, para mí esta semana, estos días, son algo más que un día de reposo o de vacaciones, son tiempos de meditar.
Curiosamente, no mucha gente recuerda el origen de la Semana Santa. De acuerdo a la historia, misma que narra un hecho lamentable plagado de vileza humana y llena de actos de injusticia como fue el juicio, crucifixión y asesinato del maestro de Galilea el Sr. Jesús de Nazaret.
Cuenta la historia que el Sr. Jesús, desde su nacimiento, vivió una serie de acontecimientos raros, fue señalado y hasta rechazado, sin embargo él siempre mostró una actitud llena de amor. Amor y respeto a sus padres, cumpliendo el 4º Mandamiento divino de “Honra a tu Padre y a tu Madre para que tus días se alarguen”.
Tiempo después se llenó de amigos. Con su testimonio vivió y convivió lleno de ilusión y, con ellos, tuvo la ilusión de cambiar al mundo entero y para ello solo predicó “el Amor”.
Sin embargo, contrario a lo que debió haber pasado, la sociedad no tan solo lo rechazó sino que hasta lo difamó y condenó a sufrir, por haberse atrevido a querer amar al mundo como Dios nos manda y como nadie antes le había amado.
Y por si fuera poco, se le condenó por su atrevimiento a pasar la vergüenza de ser lacerado, desnudado y golpeado, hasta exhibirlo en la cruz, donde se dice que -antes de derramar sus últimas gotas de sangre, exclamó… «Padre perdónalos porque no saben lo que hacen».
Wuau, si esto no es suficiente para hacernos, en estos días, reflexionar ¡ya no lo fue nada!… Para mí, cada gota de su sangre vertida en la cruz -es preciosa- y me merece todo mi respeto, mi admiración y amor…
Por eso, en estos días -más que en cualquier otro- mi alma y corazón clama a Dios bendiciéndole por el amor que su hijo Jesús de Nazaret mostró por nosotros y por la humanidad, al morir en la cruz, para salvar a la humanidad y por si fuera poco para perdonar mis pecados. (Imágenes bajadas de internet).
*Locutor, Lic. en Periodismo miembro de la Asociación Nacional de Locutores de México.
Dios les bendiga
