Clean Seas Campaign, una campaña lanzada por la ONU, estima que año con año ingresan a los océanos más de ocho millones de toneladas de plásticos, es decir, entre el 60-90 % de los contaminantes que se encuentran en el agua. Por estos altos índices, dicha organización sugiere que para 2050 nueve de cada 10 especies marinas habrá ingerido algún tipo de plástico.
De hecho, entre la isla de Hawái y California, en el océano Pacífico, existe una gigantesca isla compuesta por diferentes deshechos materiales (un total de 87 mil toneladas) conocida como la Gran Mancha de Basura del Pacífico, un hecho que preocupa y pone en duda nuestro compromiso y responsabilidad con el medio ambiente.
Esta creciente problemática motivó que a que el Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas del Instituto Politécnico Nacional (CICIMAR-IPN) buscara conocer el estado de contaminación actual del Archipiélago de Revillagigedo a partir de cómo se ha afectado a la fauna, especialmente a la mantarraya gigante (M. birostris), una especie protegida por las leyes de nuestro país de la que no quedan más de 500 especies en ese lugar.
Así, a través de la vinculación con la doctora Irma Gavilán, jefa de la Unidad de Gestión Ambiental de la Facultad de Química), y la maestra Tania Pelamatti, se llevó a cabo el acercamiento con la FES Cuautitlán, que de la mano del doctor José de Jesús Olmos, académico de esta casa de estudios, y de algunos de sus estudiantes, contribuyó a monitorear los contaminantes orgánicos en organismos acuáticos, un proyecto de impacto medioambiental para prevenir, actuar y revertir un problema en constante aumento.
El estado de contaminación de Revillagigedo
A 800 km al oeste de Manzanillo y 400 km al sur de Cabo San Lucas, dentro del Pacífico mexicano, se localiza el Archipiélago de Revillagigedo, un conjunto de tres islas (Socorro, Clarión, y San Benedicto) y un islote (Roca Partida) que en 2017 fue declarado como un área natural protegida, bajo la categoría de Parque Nacional, por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).
Dentro de sus más de 14 millones de hectáreas existe una gran cantidad de flora y fauna tanto terrestre como marina. Una de éstas es la mantarraya gigante, cuya población total en el Archipiélago de Revillagigedo genera al año cerca de 14 millones de dólares como parte de las actividades de recreación realizadas en el Estado de Baja California Sur.
Fueron 18 las muestras que se analizaron, trozos de músculo de M. bistroris (tomadas de organismos de aquella zona del Pacifico) de un peso no mayor a los 30 miligramos, que garantizaron mantener óptimas condiciones durante el tiempo necesario para definir la presencia de contaminantes orgánicos persistentes (COP).
De esta manera, el grupo de trabajo encabezado por el doctor Olmos analizó dos diferentes tipos de compuestos químicos, los hidrocarburos aromáticos policíclicos y los ftalatos, los cuales se distinguen por permanecer durante largos períodos en el ambiente, por su alto potencial de transportación y de bioacumulación.
En entrevista, el doctor Olmos mencionó que estos COP son conocidos por ser cancerígenos y mutagénicos, de modo que pueden provocar alteraciones en el sistema inmune, problemas reproductivos, cardiovasculares y cognitivos y hasta la aparición de cáncer.
Para llevar a cabo el análisis se empleó una técnica de preparación de muestras conocida como Dispersión de matriz en fase sólida (DMFS), una técnica de bajo costo, rápida ejecución y amigable con el medio ambiente, ya que se puede miniaturizar generando una menor cantidad de residuos.
Este procedimiento comprende varias etapas, en las que se incluye la homogenización, limpieza y recuperación de los analitos de interés. Los extractos obtenidos de las muestras de músculo de mantarraya fueron analizados por cromatografía de gases acoplada a espectrometría de masas, lo que permitió encontrar concentraciones del orden de las partes por billón (ppb).
Después de realizados los estudios, se comprobó que en cinco de los 18 individuos estuvieron presentes compuestos tóxicos. “Con los resultados que generamos podemos concluir que en los individuos analizados no existe un daño significativo, pero sí existe la presencia de algunos contaminantes que son tóxicos”, concluyó David Olguín Luna, egresado de QFB quien obtuvo el primer lugar en la modalidad cartel en el XXXI Congreso Nacional de Química Analítica.
De momento, el investigador de la Facultad y su grupo de estudiantes esperan que la metodología empleada pueda ser aplicada por el CICIMAR para cumplir con el objetivo inicial del proyecto: conservar la biodiversidad de la zona de Revillagigedo y establecer medidas precautorias y de acción a partir de los resultados obtenidos.
DMFS a futuro
Actualmente el proyecto ha alcanzado nuevas dimensiones, ya que se busca extender la técnica DAFS para identificar la presencia de los COP en criaderos de trucha y tilapia del Estado de México y la CDMX, como en las delegaciones de Xochimilco y Milpa Alta, de los que se sabe producen anualmente un total de 60 mil kilos de trucha, por mencionar sólo uno, de acuerdo con lo reportado por la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec) de la Ciudad.
Además de los químicos analizados en el proyecto multidisciplinario antes mencionado (hidrocarburos aromáticos policíclicos y los ftalatos), también se busca monitorear los productos de cuidado personal, que por su cada vez mayor uso han generado un importante grado de deshechos indebidamente tirados en estos sitios.
Ante este tema, el doctor Olmos se refirió al origen del problema: la falta de una infraestructura adecuada en materia de sanidad para sostener los criaderos y el desplazamiento vertiginoso de la mancha urbana, que tan sólo en la capital del país se duplica cada veinte años. “Las personas hacen su propia línea de drenaje, pero la van a dejar hacia los canales de Xochimilco, donde se toma agua para riego y la cría de estas especies”, apuntó.
Por tanto, verificar las condiciones sanitarias nada favorables es un paso importante para establecer medidas al respecto, pues en este caso se tratan de especies ingeridas por el ser humano, por lo que pueden traer implicaciones en de salud.
La participación de la FESC en investigaciones de esta naturaleza sensibiliza sobre nuestro compromiso con los seres que cohabitan con nosotros. El proyecto, finalmente, es muestra de un trabajo conjunto para preservar los ecosistemas y la biodiversidad y mantener en los mejores términos de producción y desarrollo actividades como la pesca, el turismo y la agricultura.
F1 Se tomaron 18 muestras analizadas, trozos de un peso no mayor a los 30 miligramos, que no comprometieron la salud de la especie
F2- El grupo de trabajo analizó dos diferentes tipos de compuestos químicos, los hidrocarburos aromáticos policíclicos y los ftalatos, que se distinguen por permanecer durante largos períodos en el ambiente