El enterrador frustrado
Estaba la parca impaciente,
porque el gober no moría.
Todos lo creían inerte,
pero en el cielo vivía.
Por más que lo querían enjuiciar,
Eruviel seguía trabajando.
Y a Enrique Peña le seguía,
en sus pasos al Sempiterno.
Peña en la Presidencia despachaba,
mientras Eruviel en Lerdo instrumentaba,
una agenda que todos envidiaban,
porque seguía con sus giras de pernocta.