- El azúcar y los dulces delimitaron clases, fueron depositarios de relaciones de poder. Los más pobres consumían charamuscas o bizcocho de maíz, mientras que en los principales cafés y dulcerías de la Ciudad de México se vendían caros y relucientes caramelos franceses.
Toluca, México.- Luego de tener un alto costo, durante el siglo XIX el precio del azúcar se estabilizó, lo cual contribuyó al crecimiento de la producción de caramelos y diversos productos dulces, que normalmente eran consumidos en festividades religiosas, indicó el académico de la Facultad de Turismo y Gastronomía de la Universidad Autónoma del Estado de México, Juan Gerardo Guía Zaragoza.
Al presentar el libro de su autoría El dulce en el México del siglo XIX, en el marco de la Cuarta Feria Internacional del Libro Estado de México, sostuvo que “en el siglo XVIII únicamente la gente adinerada tenía acceso al azúcar, mientras que durante el XIX la clase baja comenzó a comer dulces, pastelitos sencillos, pan dulce, bizcochos con pinole o maíz, mismos que la clase media consumía de forma más frecuente, es decir, dos o tres veces por semana”.
El azúcar y los dulces, afirmó, delimitaron clases, fueron depositarios de relaciones de poder. Los más pobres consumían charamuscas o bizcocho de maíz, mientras que en los principales cafés y dulcerías de la Ciudad de México se vendían caros y relucientes caramelos franceses.
En el Centro Cultural Toluca, el universitario destacó que la comida podría contarnos la historia de la humanidad, ya que es depositaria de símbolos, cultura e historia. “Cuando comemos tortillas ingerimos carbohidratos y consumimos el maíz, que ha formado parte de nuestro patrimonio milenario y define como mexicanos”.
Cabe destacar que El dulce en el México del siglo XIX, editado por la UAEM, cuenta con alrededor de 200 recetas de dulces típicos, pan de muerto, bizcochos de chocolate y alfeñique.