Cuautitlán, México.- El centro de origen del maíz es México. Su invento data de hace más de 10 mil años y a la fecha se tienen identificadas más de 60 razas. Se trata del alimento más importante en la dieta de la sociedad de nuestro país, pues aporta carbohidratos y una fracción de proteína que, en combinación con el consumo de frijol, lo vuelven un pilar de la alimentación. Su aporte nutrimental, pues, se traduce en amplios beneficios para el organismo de los seres humanos y también de los animales.
El grupo encabezado por la doctora Margarita Tadeo Robledo, académica de la FES Cuautitlán, con 35 años de labor continua en investigación en mejoramiento genético de maíz, ha contribuido a la agricultura generando nuevas variedades e híbridos de maíz con ventajas agronómicas que apoyan con su producción a los agricultores de los Valles Altos de México.
Ella y su equipo de investigación han empleado técnicas de mejoramiento genético clásico, es decir, los principios del mejoramiento genético de plantas, para aprovechar y mantener la diversidad genética de los maíces nativos.
Para ello se seleccionan las mejores semillas a fin de obtener nuevas variedades: más productivas, con características de calidad de grano, para usos específicos para tortilla, alimentación de ganado, ciclo vegetativo corto para escapar a las heladas. Así, se aumenta la producción y mejora la calidad, lo cual implica años de trabajo y dedicación.
“Se continua año tras año, reuniendo caracteres como alto rendimiento, buena sanidad de planta y buena calidad de grano, color de grano amarillo para alimentación de ganado, maíces de grano azul para elotes, o bien, tortillas con calidad nutracéutica y ventajas en la alimentación para las distintos usos especiales y tipos de alimentos que se van a producir”, apuntó la doctora en entrevista para Gaceta UNAM Comunidad.
Además, añadió que en ninguno de los procedimientos que se aplican se considera el uso de transgénicos, tecnología que desde su punto de vista no se necesita utilizar en México, pues afecta la biodiversidad y la especie, lo que sería grave en su centro de origen.
Los resultados anteriores son producto de la cooperación conjunta de estudiantes y académicos, con distintos campos de especialidad y conocimiento, de nuestra Facultad y de institutos de investigación como el INIFAP, hecho que ha permitido una revisión global del objeto de estudio. “Nos permite tener una visión completa de la competitividad de nuestras variedades para el campo mexicano y la calidad de su grano tortilla, grano y forraje”, aseguró.
El mejoramiento genético rescate del maíz palomero toluqueño
El año pasado México fue el principal país importador de maíz en el mundo, siendo además de los cinco primeros consumidores tal como lo reporta Fideicomisos Instruidos en Relación con la Agricultura (FIRA). El 99% del maíz palomero que se consume en nuestro territorio procede de los Estados Unidos, principal productor mundial. Por ello la aportación de variedades de maíz palomero por la FESC UNAM es relevante.
Desde hace 20 años, el equipo de la Facultad también trabaja con maíces palomeros, tipo de grano que se importa en su totalidad y que proviene de seis razas con la capacidad para reventar y fabricar palomitas, una de las cuales se denomina “palomero toluqueño”. Recientemente, decidió incrementar esfuerzos para contribuir a la preservación y ofrecimiento de variedades de maíz palomero y disminuir su importación del exterior.
De este modo se trabaja con variedades de la región mazahua del Estado de México (a la fecha, poco sembradas), con la intención de apoyar a su preservación y mejorar también este tipo de variedades nativas.
En 2018, la doctora Tadeo y sus colaboradores realizaron un ciclo más de evaluación de decenas variedades palomeras de maíz en la Facultad, confirmando de este modo, en comparación con las variedades iniciales, su calidad y productividad. Asimismo, se llevan a cabo trabajos con la finalidad de conservar el germoplasma del maíz palomero toluqueño, multiplicarlo y crear variedades competitivas que otorguen mayores ingresos económicos al productor.
“Las variedades palomeras que ofrece la FESC provienen del maíz palomero, de esa gran diversidad de germoplasma que tenemos en México. Nuestro país es el centro de origen de este grano que tiene una gama amplísima de usos para diferentes tipos de alimentos”, destacó la doctora Tadeo. Su trabajo en este rubro está a punto de rendir frutos y conseguir variedades mejoradas.
Gracias a este interés, el grupo de investigación no sólo salvaguarda este cereal que cuenta con particularidades exclusivas de la zona, sino apoya a la economía del productor y establece alternativas para abastecer y disminuir la importación del maíz palomero.
La incursión gourmet
Paralelo a los maíces palomeros, la doctora Tadeo había trabajado con maíces ornamentales dada su presentación y la belleza de los colores y formas de las mazorcas y granos. En este sentido, se encontró que éstos tenían la capacidad de reventado y expansión de volúmenes, por lo que son propicios para elaborar palomitas de maíz, con diferencias en color y sabor de las rocetas.
Por tal motivo, consideró factible el hecho de incursionar en el mercado gourmet, pues algunas evaluaciones realizadas a la palomita comprobaron su buen sabor y tamaño. “De esta manera podríamos entrar en otro mercado, con maíces que representarían diversos colores y sabores”, puntualizó. Sin embargo, están por analizar de manera formal su rendimiento y sus valores organolépticos.
En términos de valor nutrimental, la especialista declaró que este grano es un importante portador de carbohidratos, fibra y proteína, de manera que favorece la digestión y disminuye los índices de colesterol en el organismo, entre otros beneficios.
El impacto social del proyecto
El Popol Vuh, el mito antropogónico maya, describe que los primeros hombres que pisaron la faz de la tierra fueron creados de maíces amarillos y blancos, un discurso con el cual se reconoce la importancia cultural, histórica y de identidad que el maíz tiene para nuestra sociedad.
Las nuevas directrices del grupo de trabajo se encaminan hacia los campos de la biología, la alimentación y la cultura, pues con sus aportaciones se conserva la riqueza genética de una variedad de maíz en vías de extinción y se apoya la economía de los campesinos al brindarles variedades más resistentes que significan un incremento en sus ganancias, además de que se mantiene la producción de un cereal que nos brinda una identidad como mexicanos y que sirve a la industria para crear productos como edulcorantes, aceite y almidón.
En estos 35 años de trabajo, la investigadora y todos aquéllos que han colaborado en este estudio se han distinguido por brindar mayores oportunidades de crecimiento al campo mexicano, desarrollando al mismo tiempo recursos humanos conscientes de su compromiso con la sociedad.
A la fecha, su compromiso es la preservación y el mejoramiento de un alimento milenario que forma parte de la cultura mexicana. Así lo han demostrado donde se siembran sus maíces: más de 80 mil hectáreas en los Valles Altos de México. “El éxito de una variedad se mide en el número de hectáreas que se siembran”, concluyó.