Por: Dr. Antonio Méndez Durán
Guadalajara, México.-Hace unos días, se celebró en Guadalajara, la 3era Mega-cumbre Internacional “Atención Primaria” de MSD, un congreso que reunió a más de 200 especialistas con líderes científicos.
Entre los temas retomados destaca el de la Nefropatía, un mal que ocasiona la diabetes y que conduce a falla de los riñones y pérdida de su capacidad para filtrar los productos de desecho.
La diabetes mellitus tipo 2 es una enfermedad crónico-degenerativa que se distingue por hiperglucemia crónica, debido al déficit de producción y/o acción de la insulina, este daño a nivel microvascular disminuye la función renal; el daño renal persistente durante al menos tres meses se denomina enfermedad renal crónica. Después de los primeros 10 años de diagnóstico de diabetes tipo 2, un alto porcentaje de pacientes presentan enfermedad renal crónica, que se manifiesta con la presencia de proteínas en la orina, de manera incipiente con microalbuminuria y después con albuminuria.
Como hemos visto, la glucosa alta es un mecanismo de alta toxicidad en nuestras células que inicialmente en el riñón se observa un mayor trabajo que genera daño una membrana vascular para posteriormente disminuir el porcentaje de función renal.
La Diabetes mellitus es un severo problema en México, pues se estima que entre el 12% a 14% de la población mexicana puede tenerla, el tipo 2 representa el 80% de los casos y es producto de un estilo de vida no saludable y completamente prevenible.
De acuerdo con datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la causa primaria de la terapia dialítica en un 52% de los casos, es la diabetes. A nivel mundial el panorama es similar, existen 13 millones de personas adultas con algún grado de afección renal y 120 mil pacientes en diálisis.
Este problema de salud pública representará importantes retos para el financiamiento de los servicios de salud si no se incide sobre las causas primarias y los factores de progresión de la nefropatía, en donde la diabetes mellitus ocupa un lugar determinante y el médico del primer nivel debe estar preparado para realizar la atención primaria específica encaminada a la prevención del daño renal, el diagnóstico y planear el futuro de estos.
Cuando se diagnostica la nefropatía en las fases iniciales (microalbuminuria) varios tratamientos pueden prevenir que empeore. La presencia de una mayor cantidad de proteína en la orina se denomina macroalbuminuria. Cuando se detecta la nefropatía en las fases avanzadas, por lo general resulta en insuficiencia renal y el paciente requiere iniciar un tratamiento de diálisis.
La mejor opción terapéutica para la mayor parte de los pacientes con IRC — niños y adultos —, es el trasplante renal; sin embargo, ante la falta de recursos humanos, financieros y de infraestructura en materia de donación y cirugía de trasplante renal, la diálisis constituye la terapia alternativa y de soporte de vida.
Si bien, las terapias dialíticas constituyen un soporte de vida al ERC, por otra parte, la prevalencia incrementada de diabetes mellitus e hipertensión arterial ofrecen un panorama catastrófico y evidencian la necesidad de contar mayores y mejores recursos para contenerlas.
Lo más importante es comenzar por la prevención y el apego al tratamiento cuando ya existe la enfermedad que pueda ocasionar daño en el riñón. Es posible prevenir la nefropatía diabética con cualquier clase terapéutica antihiperglicemiante acorde a cada perfil de paciente, si se mantiene la glucosa en la sangre dentro del rango objetivo. Las investigaciones han probado que un estricto control de la glucosa reduce en un tercio el riesgo de microalbuminuria.
Los inhibidores de la DPP-4 son la clase terapéutica efectiva y con la mayor evidencia científica, así como los más seguros en relación con eventos colaterales, pues a diferencia de otras opciones terapéuticas estos han pasado la barrera del tiempo en seguridad.
En este espacio de divulgación científica quedó muy claro que no existe la menor duda de que los adelantos científicos y tecnológicos ofrecen una alternativa y mejoran la calidad de vida del enfermo renal, pero ninguna máquina puede hacer que desaparezcan la angustia y sufrimiento del mismo: “mejor prevenir y tratar a tiempo, que tratar a destiempo”.