Laura Castillo García
Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México
Todos los partidos políticos que han existido, y que surgirán en el futuro, afirman tener dos objetivos fundamentales: mejorar la vida de sus ciudadanos y hacer que estos participen en el poder político a través de sus representantes, ya sean diputados, senadores u otros cargos de elección popular, con el fin de construir un mejor país para todos. Sin embargo, cuando estos partidos logran alcanzar el poder rara vez demuestran con hechos su compromiso con estos objetivos, a pesar de que es en el ejercicio del poder donde se tienen las mayores oportunidades para materializar dichos anhelos.
Es de conocimiento público cómo se han comportado los partidos políticos que han llegado al poder en México: el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el actual Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Aunque el PRI tuvo que asumir la responsabilidad de guiar al país tras la Revolución Mexicana, ni el PAN ni Morena han demostrado beneficiar de manera significativa a los mexicanos, ni siquiera a aquellos que votaron por ellos. En la actualidad, muchas personas creen que Morena está mejorando su situación porque cada dos meses reciben una parte del dinero público a través de programas sociales. Sin embargo, este enfoque ha dejado de lado la inversión en obra pública esencial, que podría mejorar de manera sostenida las condiciones de vida de la población.
La entrega de apoyos económicos por parte de Morena es un gesto positivo, especialmente para los sectores más vulnerables. No obstante, sería mucho más beneficioso si, en lugar de simplemente distribuir dinero, el gobierno obligara a los empresarios y dueños de fábricas a ofrecer salarios verdaderamente justos, que permitieran a las familias trabajadoras vivir con dignidad. El aumento salarial que se anunció con tanto entusiasmo en diciembre pasado es solo un pálido reflejo de lo que realmente se necesita.
Tras la Revolución Mexicana, el PRI tuvo que pacificar al país para construir el modelo económico que la emergente clase burguesa defendía, lo que implicó mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora, base de la acumulación de riqueza. Por ello, se crearon instituciones y organismos que, a nivel internacional, reflejaban una clase progresista en el poder. Cierto que esas iniciativas llevaron servicios básicos a los habitantes de la capital y dieron origen a instituciones que hoy en día siguen vigentes, como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), y diversos institutos de vivienda y electorales, entre otros.
Sin embargo, el desgaste del PRI en el poder durante 70 años permitió que el PAN le arrebatara la presidencia en el año 2000, y luego, en 2018, Morena ascendió al poder. El mayor mérito del PAN fue haber inaugurado el sistema de alternancia en el poder político en México, y algunas de sus iniciativas, como la creación del Seguro Popular en 2004 y las escuelas de tiempo completo promovidas por Felipe Calderón, tuvieron un impacto positivo. Lamentablemente, estas políticas fueron desmanteladas por el actual gobierno de Morena, a pesar de que su lema de campaña y gobierno ha sido «primero los pobres».
El mayor logro de Morena ha sido la entrega de apoyos directos a millones de personas, pero es fundamental entender que estos apoyos no son suficientes para resolver los problemas estructurales que enfrenta el país. Lo ideal sería que se generaran empleos suficientes y con salarios dignos que permitan a las familias trabajadoras solventar todas sus necesidades. Sin embargo, durante los seis años de gobierno lopezobradorista, esto no ha sucedido.
En lugar de mejorar la situación de la población, lo que se ha observado es que los multimillonarios han acumulado aún más riqueza durante este periodo, mientras que desde el 2019 el presupuesto para inversión pública ha disminuido. De hecho, el presupuesto asignado a la inversión pública para 2024 se redujo en un 11.1 por ciento en comparación con el año anterior, y un 38.6 por ciento con respecto a lo presupuestado en 2016. Esta disminución ha tenido como consecuencia que los gobiernos estatales y municipales no cuenten con los recursos necesarios para realizar obras públicas en beneficio de sus gobernados.
¿Por qué ha sucedido esto? Porque el enfoque de Morena no está en beneficiar a la gente, sino en conquistarla con dinero para asegurar su apoyo electoral y mantener el control del poder en la presidencia, las diputaciones, senadurías y presidencias municipales del país.
Un ejemplo claro de un enfoque distinto, donde las personas eran el centro de la atención, es lo que sucedió durante 21 años en el municipio mexiquense de Chimalhuacán (2000 a 2021). Durante ese periodo, los gobiernos encabezados por militantes del Movimiento Antorchista Nacional se dedicaron a trabajar para llevar desarrollo social al municipio, lo que se reflejó en la mejora de servicios básicos, programas sociales, empleo temporal, fundación de escuelas de todos los niveles, espacios deportivos, clínicas de salud, teatros y auditorios, entre otros. Este esfuerzo sostenido llevó desarrollo social y humano a los habitantes de Chimalhuacán.
Lamentablemente, los logros alcanzados por los antorchistas en Chimalhuacán se han desmoronado desde 2022, cuando Morena asumió el gobierno municipal. No es exagerado afirmar que miles de chimalhuacanos ahora carecen de agua potable debido a la ineptitud del actual gobierno municipal; las escuelas del municipio presentan un grave deterioro y no se han tomado medidas para solucionarlo; los espacios públicos y centros deportivos están en abandono; y, en la actual temporada de lluvias, las calles del municipio se han vuelto a inundar por la falta de mantenimiento, responsabilidad exclusiva del Ayuntamiento morenista. Los centros de salud, que antes brindaban atención de calidad y medicamentos a la población, ya no lo hacen. Es evidente que el gobierno de Morena no pone a las personas en el centro de su atención. Un claro ejemplo de ello es su oposición a la construcción del aeropuerto en el ex lago de Texcoco, que habría generado 40 mil empleos que beneficiarían a toda la zona oriente del Estado de México.
A pesar de esta situación, el pasado 2 de junio, los chimalhuacanos volvieron a votar por Morena, no porque estén satisfechos con su gobierno, sino por temor a que dejen de recibir las pequeñas ayudas económicas que, aunque insuficientes, les permiten solventar alguna necesidad.
Es necesario que la población de Chimalhuacán, y de todo el país, no se conforme con estas pequeñas ayudas, que a la larga resultan muy costosas. Los mexicanos merecen una vida mejor: merecen empleos dignos, infraestructura de calidad, y un municipio y un país en los que puedan vivir libremente y con dignidad. Por esta razón, miles de antorchistas próximamente celebrarán 36 años de trabajo y lucha guiados por el Movimiento Antorchista Nacional; exigirán que el gobierno de Morena mantenga la infraestructura construida en los 21 años anteriores y que se comprometa a desarrollar la obra pública que falta en el municipio, en particular en el Ejido Santa María Chimalhuacán, para que la gente tenga mejores condiciones de vida.
La verdadera justicia social no se logra a través de dádivas, sino mediante la construcción de un país en el que todos tengan acceso a las mismas oportunidades de desarrollo. Es necesario que los gobiernos pongan a las personas en el centro de su atención y no solo las vean como un recurso electoral, sino como el verdadero motor del progreso de la nación. Solo así podremos aspirar a un México más justo y próspero para todos.