- Con el primer lugar de obesidad infantil en el mundo, en México se registraron en 2012, a más de 40 millones de niños menores de cinco años con sobrepeso.
Toluca, México.- El sobrepeso y la obesidad, sexto factor de riesgo de muerte en el mundo, por el cual se estima que cada año fallecen alrededor de 3.4 millones de personas adultas, pueden prevenirse con una sana alimentación y ocupación, señaló la académica de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma del Estado de México, Marcela Hernández Sánchez.
Al participar en el Simposio sobre Síndrome Metabólico convocado por la Organización Estudiantil en Pro de la Salud (OEPSA), conformada por estudiantes de Medicina, la experta indicó que 65 por ciento de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad cobran más vidas que la desnutrición.
Enfatizó que desde 1980, la incidencia de estas patologías se duplicó en todo el mundo; sólo en 2008, puntualizó, 35 por ciento de las personas adultas de 20 o más años tenían sobrepeso y 11 por ciento eran obesos.
En el Auditorio “Gustavo Baz Prada” de la Facultad de Medicina, la conferencista destacó que con el primer lugar de obesidad infantil en el mundo, en México se registraron en 2012, a más de 40 millones de niños menores de cinco años con sobrepeso.
En este contexto, subrayó que la obesidad y el sobrepeso tienen también que ver con aspectos culturales, pues se cree que entre más grande es la porción de comida en el plato, es mejor; “se piensa que se trasmite cariño y atención a través de la comida”.
La gente obesa, alertó, “trasmite hábitos alimenticios no saludables, inactividad física y además, debido a que las familias tienen cada vez menos hijos, los recursos alcanzan para más”.
Marcela Hernández Sánchez reconoció que algunos problemas médicos, como el hipertiroidismo, lesiones hipotalámicas que alteran el control del apetito, trastornos de la conducta alimentaria y la menopausia, justifican sólo tres por ciento de los casos de obesidad; en tanto, 97 por ciento de los casos no tiene un justificante médico, es decir, no existe una alteración fisiológica que la provoque y es resultado de hábitos, inactividad, cultura y prácticas sedentarias.