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AMLO prepara su reelección

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Carlos Ugalde Sixtos

Movimiento Antorchista Edomex

Todos fuimos testigos en días pasados de dos acontecimientos nacionales que, por sí solos, pintan claramente el panorama que nos espera en lo que resta de este atípico y sorprendente sexenio. Me refiero a la descarada y cínica reforma legislativa en Baja California y a la aprobación de la “Ley Garrote” en el estado de Tabasco.

La primera permitirá la reelección del actual gobernador de Baja California y la segunda prohibirá las manifestaciones en Tabasco, castigando a los que se atrevan a infringir esta nueva y reaccionaria ley hasta por 20 años de cárcel. La primera será el antecedente de la reelección de AMLO y la segunda será la avanzada de la implantación, a nivel nacional, de una dictadura fascista.

¡Ojalá y la boca se le haga chicharrón! Me dirá el amable lector. Pero desgraciadamente creo, sin lugar a dudas, que para allá va la mal llamada 4T. Sólo aduciré, como pruebas de mi dicho, dos testimonios, uno de carácter propio y otro externo. El primero se remonta a la época en que AMLO fue gobernador del otrora Distrito Federal (y que él acaba de recordar en una de sus mañaneras para calumniar, por enésima vez, al Movimiento Antorchista) y que, como dicen los abogados, a confesión de partes relevo de pruebas, como él mismo lo declaró: no le resolvió absolutamente nada, ninguna de las demandas planteadas en el pliego petitorio de la “Antorcha Mundial”.

En cambio, en los inicios de los gobiernos perredistas (ahora morenistas), reprimió al clásico estilo fascista a un grupo de Antorchistas que sostenía un plantón en las instalaciones de la Asamblea Popular: A punta de macanazos y en la madrugada desalojó cobardemente a niños, mujeres y gente sencilla que sólo hacía uso de sus derechos constitucionales a la libre organización y manifestación pública.

Y no conformes con el desalojo brutal y anticonstitucional, ordenaron a la gente que se alineara en 2 filas y rodeándola con granaderos prestos a propinarles una golpiza si desobedecían, los condujeron al trote desde el centro de la Ciudad de México hasta la Av Zaragoza. Más de tres horas duró la tortura fascista.

Ninguna otra administración, ni priista, ni panista, se había ensañado tanto con la pobre gente, como la corriente política encabezada por AMLO. El segundo, de carácter externo, se refiere a un sinfín de declaraciones hechas por gente que en algún momento ha sido su compañero de viaje, ya sea en el PRI, en el PRD, en Convergencia, en el PT o en Morena, en el sentido de que unos y otros, lo han calificado, coincidentemente, como un dictadorzuelo, como una persona intolerante, irascible, prepotente, egocentrista, etc., etc.

Por otra parte, es importante señalar en él un alto grado de obsesión por el poder. Sólo así se explica que el señor haya cambiado de colores casi como de calcetines. No ha tenido empacho en hacer y deshacer alianzas y lo que es mucho más delicado ha abandonado los principios e ideales de corte socialista que alguna vez dijo o insinuó tener.

En fin, precisamente por esa tendencia que presenta AMLO y que espero haya expuesto suficientemente, en la que al final de una larga trayectoria (de más de 16 años de campaña) y sólo hasta que fue declarado ganador de la contienda electoral, se ha convertido, en las acciones que como presidente ha venido implementando, en todo un neoliberal mal disfrazado de izquierdista y con características cada vez más fascistoides.

Creo firmemente que el único que puede acotar las atrocidades que se avecinan, si es que mi predicción no falla, es el pueblo trabajador que ojalá, espero, llegado el momento esté a la altura de las circunstancias. Que así sea.