Inicio Estado de México Crónica: Coro Turetsky en el Cerro del Tejolote, cuna de Antorcha Popular

Crónica: Coro Turetsky en el Cerro del Tejolote, cuna de Antorcha Popular

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Alejandro Torres

Ixtapaluca, México.- Aparece en las redes la invitación Coro Turestsky en el Cerro del Tejolote, amigos y conocidos comparten la invitación y comentan la importancia del evento y la conveniencia de no faltar.

El hecho es inusitado: de entrada CERRO DEL TEJOLOTE no le dice mucho a una buena cantidad de mexicanos, pero tampoco es del todo desconocido.

La Colonia Cerro del Tejolote es un asentamiento en las goteras del oriente del Valle de México, en el municipio mexiquense de Ixtapaluca;  se trata de una colonia popular alejada de los reflectores, como si pareciera querer mantenerse en el anonimato.

Llegar a la punta del cerro donde se ubica el Auditorio In Xochitl in Cuicatl es el primer reto, hasta el maps se desorienta, pero finalmente se ubica porque aquí existe un complejo educativo, cultural y deportivo muy completo e impresionante para ser una colonia popular. Pero todo eso ha sido posible porque desde hace muchos años aquí ha trabajado incansablemente el Movimiento Antorchista y ha hecho de esta un ejemplo de colonia, modelo que los antorchistas aspiramos a que así sean todas las colonias populares en nuestro país.

Pues ahí vamos, con la emoción e incertidumbre que lo nuevo representa, pero con la confianza de la calidad que caracteriza a los artistas rusos, educados en la apreciación musical desde muy temprana edad. A decir de testigos fieles y probos, en una ciudad  rusa, mucho más pequeña que Ixtapaluca, en el mes se llevan a cabo tres o más conciertos sinfónicos u operísticos y la asistencia está garantizada, teatros llenos de gente que sabe apreciar la buena música.

Desde muy anticipada la hora del esperado concierto, las escalinatas, jardineras, pasillos y estacionamiento se encuentran abarrotados; la gente espera que se abran las puertas del Auditorio In Xochitl In Cuicatl (La Flor y El Canto),  donde se llevará a cabo el encuentro con el afamado coro Turetsky. La gente no se mira impaciente, más bien se le ve expectante; son amas de casa, obreros, comerciantes, estudiantes, profesionistas, empleados y hasta hombres de sombrero y callosas manos,  pueblo llano que acude sin el mayor interés que escuchar buena música y cantantes que no son parte de su vida cotidiana, pero que saben que les brindarán un concierto lleno de emociones.

Por cierto, el Auditorio In Xochitl In Cuicatl fuen construido con faenas realizadas por manos antorchistas, de diferentes colonias  y pueblos, que acudieron a construir un espacio devcalidad arquitectónica, visual y auditiva que no dejara dudas de las aspiraciones y sueños antorchistas. Tiene un aforo de 1,400 espectadores cómodamente sentados en confortable butaquería.

A la hora citada empezó el ingreso del público; no hay aventones jaloneos o empujones, se observa orden; eso sí, buscan la seguridad de no quedarse fuera. En el interior del auditorio empieza el programa con artistas locales y hacen su aparición cantantes de la Escuela de Música de Ixtapaluca, que forma parte del complejo educativo, cultural y deportivo del Tejolote, donde se imparte la licenciatura en música, su calidad y entusiasmo no le envidian nada a los artistas de las televisoras comerciales, cuya calidad es más mediática que artística. Interpretan música mexicana, de la pegadora o boleros que rememoran lo mejor de la verdadera música de nuestro país.

Entre los asistentes se pueden observar a la dirigencia mexiquense del antorchismo y sus líderes indiscutibles, Tolentino, Maricela y Brasil; a las dirigentes de Morelos e Hidalgo, al vocero nacional del antorchismo, el ingeniero Homero, al doctor Abel Pérez, en fin, hombres y mujeres que han dedicado su vida en favor de un México mejor.

Al Coro Turetsky aún no le toca su turno, la gente sigue expectante. Continúan los artistas que se encargan de calentar el  ambiente. Toca el turno al Ballet Folklorico de Antorcha en el Estado de México, integrado, en su mayoría, por estudiantes o egresados de la Escuela de Bellas Artes, donde se imparte la licenciatura de Danza que, también, forma parte del complejo ya mencionado. Éstos interpretan una danza azteca que lleva el ánimo de los asistentes al aplauso y la alegría desbordantes.

El momento llega, se abre el telón, aparece una leyenda muy grande en una mega pantalla que hace la escenografía, donde se lee CANCIONES DE LA UNIDAD, y empiezan con todo, interpretando «Katyusha» que rememora el amor limpio de una mujer que añora a su amado que se fue a combatir al fascismo en la Segunda Guerra Mundial, no faltó en el repertorio “Kalinka”, que con un tiempo rápido y palabras ligeras,  celebra un arbusto de «bayas de nieve”.

Otra leyenda grande, el conjunto SOPRANO integrado por mujeres, como diciéndonos que los artistas son de esa tesitura de voz, pero la leyenda se queda corta, en el escenario estuvieron sopranos, tenores, mesosopranos, contraltos, pero imagínese, un contralto en la voz de un hombre ya entrado en años, me hizo recordar a Farinelli, pero este es un cantante ruso, que levantó el ánimo de los espectadores a niveles de locura.

Las cantantes de voces educadas (vale decir que inicialmente el coro fue sólo varonil) e interpretaciones impecables entraron en territorio mexicano con “Bésame mucho”, de Consuelito Velázquez, o temas que nos llevaron a la época del rock como “Fueron Los Días de Amor”. En fin, el repertorio fue muy extenso en 90 minutos de alegría y euforia por el banquete musical recibido.

Como todo lo que empieza termina, no se hizo esperar el reconocimiento del público: los aplausos no cesaban, las luces de los celulares ofrecieron hermosas fotografías. Al final, la dirigencia antorchista entregó e hizo mención del reconocimiento a su calidad artística y a la desigual batalla que actualmente libra el ejército ruso contra las fuerzas del imperialismo en Ucrania, dejando de manifiesto su solidaridad con el pueblo ruso.

Acostumbrados a “musicales” de poca calidad y muy trillados, tuvimos el gusto de disfrutar un verdadero concierto y con la esperanza de volver a disfrutar un banquete como el descrito.