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La sequía y el campo mexicano

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Adrián Salvatierra

De forma simple, una sequía se define como la disminución o ausencia de precipitaciones pluviales. Contrario a lo que se supone, es un evento normal y recurrente que se presenta de forma cíclica en todo el mundo, aunque con mayor intensidad y recurrencia en las zonas áridas y semiáridas.

La sequía se ha convertido en un fenómeno cada vez más recurrente e intenso en nuestro país; gran parte del país (52 %) está catalogado como árido o semiárido. Desde 2009 se han registrado al menos cinco eventos de este tipo. Sequías como la de 2011 acabaron con la producción de temporal en México y disminuyeron drásticamente los datos ganaderos; en 2021-2023 hemos tenido una sequía que ha dejado sin agua a grandes urbes, como Monterrey y la Ciudad de México.

Cuando se presenta la sequía, se padecen graves afectaciones en las actividades humanas y en los bienes. Le  afecta principalmente a la agricultura, pues el terreno, por la falta de lluvias, las altas temperaturas y la evaporación, pierde totalmente su humedad normal, impidiendo con ello el desarrollo exitoso de cualquier plantío. El sector más dependiente del agua es definitivamente el campo: el agro mexicano es altamente dependiente de la lluvia. Años con buenas lluvias se traducen en una alta producción agrícola y viceversa

La expansión capitalista que modificó cuencas y cauces con la idea de que el agua era un bien inagotable que debía ser dominado para favorecer las necesidades de la creciente sociedad, hoy en día ha provocado una grave «crisis del agua”. Agreguemos que la mayor parte de su población está concentrada en las zonas donde menor cantidad de agua superficial existe y donde las grandes obras hidráulicas construidas a lo largo del siglo XX crearon una sensación de abundancia que hoy en día ha sido sobrepasada por el dispendio, debido a la sobreexplotación, el desperdicio y la contaminación. El agua disponible para atender las necesidades de la población en condiciones normales se reduce significativamente; situación que tiende a agravarse cuando por efecto de una sequía se interrumpe el ciclo normal de lluvias.

La actividad agropecuaria ocupa 134 millones de hectáreas de 195 del total del país. De esas, el 82 % depende directamente del comportamiento de las lluvias para asegurar cosechas y cabezas de ganado. Si las lluvias se retrasan o escasean, la cosecha y los hatos ganaderos peligran y lo ingreso de las familias también. Las dos últimas décadas han habido sequías muy intensas en México. Como la terrible sequía de 2011 y la más reciente de 2022, que han impactado más del 60 % del territorio nacional, provocando pérdidas en la agricultura, sobre todo en los cultivos de temporal como el maíz, el trigo y el frijol. La ganadería de libre pastoreo, se ha visto severamente afectada.

Esto ha afectado a los pequeños campesinos y jornaleros agrícolas que debido a la falta de recursos y las condiciones difíciles de vida, abandonan su actividad económica original para dedicarse a otra ocupación como el transporte o el comercio.

El calentamiento global es uno de los impactos más visibles del cambio climático, que se combina con la desforestación de grandes extensiones de bosques y selvas, provocando los fenómenos del “niño y la niña”, “La niña” es el fenómeno  climatológico que ocasiona la sequía,

La región centro Sur, en junio de 2023 se presentó el mayor incremento de sequía de moderada a severa. Por ello las presas Valle de Bravo, El Bosque y Villa Victoria -ubicadas cerca de la cuenca del río Cutzamala- que tienen una capacidad total de 800 millones de metros cúbicos, actualmente cuentan con un almacenamiento de 386.87 millones de metros cúbicos, es decir, el 49.9 %.

La mayoría de los municipios  del estado de México (71): Acambay, Almoloya de Juárez, Amanalco, Amatepec, Amecameca, Atlacomulco, Donato Guerra, Ixtapan de la Sal, Ixtapan del Oro, Jilotepec, Jocotitlán, Joquicingo, Lerma, Malinalco, Metepec, Morelos, Otzoloapan, Otzolotepec, Ozumba, Santo Tomás, Soyaniquilpan, Sultepec, Tejupilco, Temascalcingo, Temascaltepec, Temoaya, Tenancingo, Tenango del Aire, Tenango del Valle, Tepetlixpa, Toluca, Valle de Bravo, Villa de Allende, Villa del Carbón, Villa Guerrero y Villa Victoria, Zacazonapan, Zacualpan, Zinacantepec, Zumpahuacán, Luvianos, San José del Rincón, entre otros, tienen sequia moderada, que ha afectado a un buen porcentaje a los cultivos de temporal, donde los resultados en el cultivo del maíz serán magros, lo cual amenaza el ingreso de las familias que dependen directamente de esta actividad.

El acelerado desarrollo tecnológico en manos de una clase capitalista ansiosa de la máxima ganancia en el menor plazo; y, asociada a la anarquía en la producción con  un aparato de Estado cómplice, que otorga al capital libertad total (característica esencial del neoliberalismo), el derecho a hacer lo que quieran, por el desmedido afán de ganancia; son las relaciones de propiedad y producción, en cuyo marco el desarrollo de la tecnología conlleva una creciente capacidad destructiva sobre el ecosistema.

En nuestro país, el gobierno de López Obrador está más despreocupado haciendo campaña para asegurar el triunfo de su mal llamada 4T, que preocuparse por la suerte de los más desprotegidos en el campo, parece que ya se le olvido que existe uno de los problemas fundamentales para millones de familias mexicanas:  “la inseguridad alimentaria”, que prometió resolver y que se ha agudizado por la falta de políticas públicas que protejan  el desarrollo del sector agropecuario ante fenómenos como la sequía.

Para terminar con esta situación se hace necesario un gobierno auténticamente popular, con firme apoyo social, nacido de las mismas entrañas del pueblo organizado, que le dé la fuerza necesaria para controlar a los más grandes depredadores con políticas, proyectos y obras  para revertir los fenómenos, ocasionados por el capitalismo voraz y feroz, que solo busca la ganancia para unos cuantos.