Por: Carlos Ugalde Sixtos
La división de la sociedad mexicana, entre chairos y fifís, que ha venido alimentando y promoviendo el gobierno de la 4T desde los primeros días que tomó las riendas del país en sus manos, que actualmente ha tomado dimensiones peligrosas y que quién sabe a qué niveles llegue para la contienda electoral del 2021, me hizo recordar un triste pasaje de la historia del Movimiento Obrero en México, la formación de los Batallones rojos.
En efecto, los Batallones Rojos fueron organismos militares creados por obreros organizados en la Casa del Obrero Mundial en plena Revolución Mexicana, auspiciados por Venustiano Carranza, para combatir a las otras corrientes revolucionarias contrarias a él: el villismo y el zapatismo. El pacto al que llegaron ambas partes, firmado el 17 de febrero de 1915, estipulaba que los obreros, con el fin de acelerar el triunfo de la Revolución Constitucionalista e intensificar sus ideales en lo que afecta a las reformas sociales, evitando en lo posible el derramamiento innecesario de sangre, hace constar la resolución de colaborar de una manera efectiva y práctica tomando las armas, ya para guarnecer las poblaciones que están en poder del Gobierno Constitucionalista, ya para combatir a la reacción.
Por su parte, el gobierno carrancista acordó prestar atención a las justas reclamaciones de los obreros en los conflictos que pudieran suscitarse entre ellos y los patrones, como consecuencia del contrato de trabajo, y se comprometió también a prestar toda la ayuda posible a los obreros en la formación de nuevos sindicatos y en la formación de colonias obreras. Entre los edificios que fueron entregados a la Casa del Obrero Mundial después de haber cumplido con su parte del pacto (en total participaron más de diez mil obreros y decidieron batallas claves para el triunfo carrancista como la de Ébano y la de Celaya en la cual se derrotó de manera definitiva a Villa), el famoso Palacio de los Azulejos encabezó la lista. Sin embargo, una vez que se sintió seguro en el poder, traicionó a los obreros incumpliendo lo pactado. Incluso fueron desalojados del Palacio de los Azulejos, a menos de un año de haberles dado posesión.
Pero lo extraordinario de este engaño a la clase obrera mexicana, no es el hecho del engaño en sí, pues la perversidad de los diferentes gobiernos desde aquellos tiempos ha sido múltiple y variada. Me refiero a la hazaña de la burguesía, por llamarle de alguna manera, de haber logrado, mediante una jugada audaz (aunque algo riesgosa), enfrentar a sus dos más fuertes enemigos, los campesinos y los obreros, aprovechándose de la nula educación política de los primeros y la influencia anarquista en los segundos.
Quizá el lector atento que ha seguido pacientemente este relato, encuentre exagerada la comparación entre el hecho histórico aludido, con la división que desde la misma presidencia se está implementando de nuestra sufrida sociedad. Pero si tomamos en cuenta que durante estos veinte meses de administración morenista han sucedido cosas que desde la época de la Revolución Mexicana no se habían vuelto a verificar, como la peor caída de la economía, el mayor desempleo en la historia y niveles de inseguridad como nunca antes vistos, por un lado, y una política de avestruz ante estos ingentes problemas, un nihilismo absoluto de parte del gobierno ante la pandemia que, dejando a un lado las cifras oficiales, y dado su descontrol total, ya se debe estar llegando a los doscientos mil fallecidos.
En efecto, por diversas formas se puede llegar a esa conclusión (el registro civil hace algunos días manifestó que él sumaba 170 mil fallecidos). En fin, no vaya a ser que a la clientela electoral que los morenistas están formando con los diferentes programas asistencialistas se les aviente, como vulgarmente se dice, al resto de la población inconforme y que legalmente quiere quitar del Congreso a Morena en el 2021. Se ve que los morenistas andan buscando las formas de perpetuarse en el poder, cueste lo que cueste. Los intentos del presidente, por autonombrarse “vigilante” de las próximas elecciones, así lo dejan entrever. Ojalá que la clase dominante no pueda repetir la “hazaña” de los Batallones Rojos y que los mexicanos nos mantengamos unidos para que por la vía democrática desalojemos del poder a quien ha desatendido e ignorado el mandato constitucional que juró defender y servir. Que así sea.