Laura Castillo García
Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México
Una vez más las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador causaron revuelo tanto entre los medios de comunicación como entre los intelectuales y los usuarios de las redes sociales Twitter y Facebook.
Y como desde hace mucho sucede, la declaración de López Obrador no causó revuelo por lo inteligente, innovador o revolucionario de un comentario para beneficio del país, sino por la amenaza velada que hizo el Mandatario y la doble vara con la que mide el uso de las redes sociales.
Como muchos se enteraron, durante su conferencia mañanera del pasado martes 5 de mayo, el presidente de la República llamó a los mexicanos “a no agitarse por las críticas a su gobierno en redes sociales”, pues, dijo, “son orquestadas por intereses creados”, son “artificiales”. En falso tono de ignorancia, anunció que pediría rendición de cuentas a las principales redes sociales (¡sic!), pues solicitaría a Facebook y Twitter “su lista de clientes para saber cómo funcionan las campañas pagadas y si se utilizan cuentas artificiales para crear campañas en su contra”: “Pediré a Twitter y Face, dijo, que nos expliquen cómo es que venden publicidad para bots, y sobre todo, que rindan cuentas, que haya transparencia, cuánto ingresa a las empresas de México por compra de publicidad”.
¿Alguien le creyó a López Obrador sobre que es ignorante de cómo funcionan las redes sociales? ¿Alguien le creyó que no sabe nada de campañas pagadas en redes? Todo aquel medianamente informado sabe que si alguien sabe cómo funcionan las redes sociales en los aspectos cuestionados es, precisamente, Andrés Manuel López Obrador, quien por años, durante su camino rumbo a la Presidencia de México y ahora como presidente de México, las ha usado para atacar y desacreditar a sus opositores.
Las percepciones incorrectas que los mexicanos tienen de varios temas y personajes de la vida política y social, se las debemos a las noticias falsas que por años han generando los equipos de comunicación y redes sociales de López Obrador; fueron ellas las que llevaron a éste a la Presidencia de la República y las que lo mantienen en un alto grado de aceptación. El 1 de julio de 2018 fue tan grande la sorpresa del tabasqueño por su triunfo, que eufórico acuñó la frase: “¡benditas redes sociales!”. Durante su campaña fue el candidato que más rápidamente hizo crecer sus cuentas en redes sociales: en sus páginas de Facebook y Twitter tenía más de 4 millones de seguidores; sin embargo, un estudio de la la Indiana University Network Science Institute (IUNI) y el Center for Complex Networks and Systems Research (CNetS), aseguraron que el 68 por ciento de esos sus seguidores eran bots o falsos seguidores. Así, con cerca de tres millones de bots que, según datos estimados de varios analistas, le costaron al país cerca de 200 millones de pesos, López Obrador manipuló la percepción de los mexicanos para que votaran por él, muchos de los cuales ahora abiertamente dicen que están arrepentidos de ello.
Si eso hizo como simple candidato, ahora que tiene el máximo poder del país, sigue manipulando la información y la percepción de los mexicanos a través de las “benditas redes sociales”, como se pudo ver claramente en la mañanera del 5 de mayo: mientras el Presidente decía que pediría informes a Twitter y Face, el vocero presidencial impulsaba en Twitter hastag para impulsar la imagen y acciones de López Obrador. Las redes encargadas de ello, como han registrado varios estudiosos son: #RedAMlove y •AMLORegeneración, ambas con sus amlovers, léase chairos, quienes están encargaos de criticar, desacreditar y hasta atacar con mentadas de madre a periodistas u cuestionadores ciudadanos de la política de AMLO y su gobierno.
Para López Obrador es fundamental el fortalecimiento de sus redes sociales pues sabe que son su mejor arma para acabar con quienes lo cuestionan. El pasado mes de febrero, la revista Expansión informó que en Twitter, el presidente tiene 6.4 millones de seguidores; en Facebook, más de 7 millones; en Instagram, más de 519,000 y en YouTube, 1.6 millones de suscriptores. Así es de que, por favor, que el Presidente López Obrador no diga que no sabe cómo se crean campañas en redes sociales.
Para AMLO las redes sociales son “benditas” cuando lo favorecen, cuando alimentan su soberbia, es decir, su “altivez y apetito desordenado de ser preferido por otros” -como la define la Real Academia-, y ya no le gustan cuando miles de personas cuestionan su mal gobierno. Por eso, para que esto no suceda, lanzó aquello de pedirle cuentas a Twitter y a Facebook, lo que en realidad es una amenaza tanto a dichas compañías como a los usuarios: a las primeras las acosará hasta subirles los impuestos si no acceden a cerrar las cuentas de los usuarios claramente opositoras al gobierno, como ya sucedió recientemente con latin_us, lo cual es una clara violación a la libertad de expresión.
Hasta antes de la aparición de las redes sociales, los medios de comunicación tradicionales monopolizaban la emisión de información y críticas que hacían a tal o cual grupo de poder. Con las redes sociales eso cambió: ahora los usuarios son creadores, emisores de contenidos porque se sienten con la libertad de expresarse y desde diferentes puntos de vista. La amenaza del Mandatario de la nación también les llegó a ellos, pues si lo critican serán cerradas sus cuentas, como ya está empezando a suceder con aquellos que solicitan un programa nacional de distribución de alimentos.
Con el cierre de miles de cuentas, sobre todo de Twitter, Andrés Manuel López Obrador no solo viola la libertad de expresión, sino también está dando un paso más hacia una dictadura, en donde todos hagamos y sintamos únicamente lo que él quiere.
Por su soberbia al presidente no le gustan las críticas; su terquedad, ignorancia y soberbia, no le permiten reconocer ver a la crítica como motor para mejorar el trabajo propio. Con todo respeto señor Presidente, bien le haría leer y seguir el consejo que Miguel de Cervantes expresa en su gran obra Don Quijote de la Mancha: “guíate más por el pensar ajeno que por el propio, porque no hay padre ni madre a quien sus hijos le parezcan feos…”