Zeltzin Yael del Ángel Quezada
Han pasado ya más de 15 días desde que se decretó la fase 2 de la pandemia del Covid-19 en México y los telediarios, lo mismo que las redes sociales y demás medios disponibles al alcance de la gente, han hecho alarde de su “compromiso con la noticia”: diariamente, desde que amanece hasta que anochece, nos inundan con notas salidas de los sacrificios y riesgosas misiones que emprenden los reporteros para traer las noticias hasta nuestros hogares, aún a expensas de su propia salud.
Y la sociedad que no ha tenido más remedio que confinarse y engullirse toda esta información ha creado en su hogar un bunker en el que más allá de él nada es seguro, excepto por lo que los comentaristas y representantes del gobierno en sus mensajes “oficiales” dan por hecho. Así; cada día vemos hasta tres o cuatro veces el mismo reportaje que obligatoriamente da cuenta de: número de contagios hasta el momento, el de muertos, las acciones que se están emprendiendo y, para aliviar las almas de los televidentes, rematan con algún hecho dramático, casi milagroso de un paciente dado de alta entre miles, que nos hace apelar a la esperanza de que saldremos adelante, todo esto con el objetivo de que nada nos parezca demasiado terrible ni imposible de sobrellevar.
En suma, cada nota periodística tiene un remate digno del capítulo de telenovela de moda, con lo cual mantiene al filo de la butaca al espectador. Así es: cada información que se ofrece, se maquila y maquilla detrás de cámaras para que el contenido sea de interés; por eso se entremezclen hechos y tragedias pasadas cuya condena era difícil de exponer en momentos menos bondadosos para los medios como lo son ahora en que aprovechan para retomar casos como el de María Elena Ríos Ortiz y el ataque con ácido sulfúrico que sufrió a manos de su expareja, Juan Antonio Carrizal y su detención, teatro que sirven a los medios para minimizar la insuficiencia de insumos sanitarios e incapacidad del gobierno para atender los casos de Covid-19 y la falta de pruebas clínicas para determinar el contagio, lo que deriva en diagnósticos de “neumonía atípica”, sólo para que los expedientes clínicos no se vayan con el espacio en blanco.
No sólo las televisoras buscan martirizar a los médicos, enfermeros y al sector salud en general, pues generan miedo que luego tratan de remediar con contenidos que cumplen la encomienda de distraer al pueblo para que gobiernos y gobernantes hagan de las suyas, tal es el caso del Instituto Estatal Electoral de Puebla (IEE), el cual, junto con el gobernador del estado, Miguel Barbosa, los cuales recientemente aprovecharon la crisis de salud pública como escenario ideal, para que, fuera de todo marco legal, le negaran su registro como partido al Movimiento Antorchista Poblano (MAP); o sea, se nota que solo esperaban un momento de caos para dar cierre al caso y que el resultado se viera diluido entre reportajes de “más importantes y de mayor alcance”.
Los grandes medios de comunicación han cambiado su forma de transmisión: ahora lo hacen a través de video llamadas se enlazan con los principales comentaristas y reporteros que no tienen que andar jugándose el pellejo en las calles. Mejor harían en limitar sus consejos para llevar “una vida sana”, porque ninguno de ellos contribuirá a aliviar el hambre de millones de mexicanos que día a día se han quedado sin empleo, que han cambiado sus actividades cotidianas por la manufactura de cubre bocas, elaboración de gel antibacterial para tratar de subsistir, actos ovacionados por los medios con una obscenidad que solo refleja el descaro e indolencia ante la tragedia ajena y que aplauden como si fuera el remedio para todos los que quieren llevar algo de comer a su boca. Tratemos de encontrar la verdad en cada una de las imágenes que nos presenta, no nos dejemos engañar y manipular por lo que dicen los medios de comunicación: observemos, analicemos y elaboremos nuestra propia opinión. (Imagen tomada de la internet)