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Mitos y realidades sobre el uso del botox para las arrugas

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Ciudad de México.- Aunque ya es un procedimiento conocido, el uso de la toxina botulínica -más conocida como botox- para contrarrestar las arrugas faciales sigue despertando dudas en algunos pacientes. ¿Sirve para las arrugas profundas de la frente, o hay que atacarlas antes para realmente ver una diferencia? ¿Es seguro usarlo prolongadamente? ¿Qué ocurre cuando se aplican regularmente las inyecciones durante algunos años y luego se suspenden; se ve la frente peor que si nunca se hubiese usado?

Según la Dra. Alina Bridges, Especialista en Dermatología de Mayo Clinic, existen una serie de datos que es importante conocer. Todos los tipos de inyecciones de la toxina botulínica autorizados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos para las arrugas de la frente son para las personas de hasta 65 años. Pasada esa edad, la eficacia del medicamento posiblemente no sea igual que en las personas más jóvenes. La toxina botulínica es segura para uso prolongado y también puede suspenderse en cualquier momento, sin que la piel luzca peor que antes de empezarlo.

Las inyecciones de toxina botulínica buscan paralizar temporalmente la actividad de los músculos. Esta toxina es producida por las mismas bacterias que causan el botulismo, que es un tipo de envenenamiento alimentario. Estas inyecciones son populares para reducir la apariencia de las arrugas faciales, aunque también se usan en el tratamiento de otras enfermedades, tal como los espasmos repetidos del cuello, la hinchazón excesiva, la vejiga hiperactiva y el ojo perezoso. En algunas personas, las inyecciones también pueden ayudar a prevenir las migrañas crónicas.

Las inyecciones de la toxina botulínica bloquean ciertas señales químicas de los nervios, que en su mayoría son las que hacen contraer a los músculos. Eso relaja temporalmente a los músculos faciales subyacentes que causan las arrugas, incluidos los surcos de la frente. Los estudios revelan que las personas que más se benefician con las inyecciones son quienes tienen hasta 65 años de edad.

Sin embargo, eso no significa que las personas mayores de 65 años no puedan o no deban usar la toxina botulínica, sino que es importante reconocer que los resultados quizás no sean tan buenos como en la población más joven. A fin de que los adultos mayores obtengan los mismos resultados que los más jóvenes, es necesario administrar la toxina botulínica en combinación con rellenos faciales inyectados en la piel para suavizar las arrugas.

A fin de administrar las inyecciones de la toxina botulínica, el proveedor de atención médica emplea una aguja fina para inyectar en la piel cantidades ínfimas de la toxina botulínica. El número de inyecciones necesario varía según muchos factores, incluida la dimensión de la zona a tratarse. Las inyecciones de la toxina botulínica normalmente empiezan a funcionar pocos días después del tratamiento y su efecto puede durar hasta 3 meses o más. Si uno desea mantener los beneficios, es necesario recibir más inyecciones de forma regular.

Se ha demostrado que la toxina botulínica es segura, sea a corto plazo o de manera prolongada, aunque los datos sobre el tratamiento de las arrugas apenas se remontan a alrededor de 15 años. Si bien la dosis necesaria para las arrugas es mucho menor que la administrada para otras afecciones, como la espasticidad muscular, no ha habido problemas importantes de seguridad con este medicamento en quienes reciben dosis más altas debido a esos otros problemas; eso sustenta aún más la seguridad de la toxina botulínica.

Con el fin de garantizar su propia seguridad, es necesario que la administración de la toxina botulínica esté a cargo de un proveedor de atención médica experimentado, tal como un especialista certificado en dermatología, cirugía plástica, cirugía plástica ocular u otorrinolaringología, quien la haya examinado personalmente. Esos especialistas cuentan con la máxima experiencia para reducir las complicaciones al mínimo y tratarlas en caso de ocurrir. La toxina botulínica puede ser peligroso cuando se administra incorrectamente. A pesar de ser raro, las inyecciones de la toxina botulínica pueden provocar efectos secundarios, tales como dolor, hinchazón o moretones en el sitio de la inyección, dolor de cabeza, síntomas parecidos a los de la gripe y sequedad en los ojos o lagrimeo excesivo, entre otros.

Si una persona decide dejar de usar la toxina botulínica, las arrugas de la frente volverán a lucir igual que antes de que empezara con las inyecciones. Su cara no se arrugará más y cuando suspenda el tratamiento, los músculos recuperarán la fuerza y el movimiento normales.