Laura Castillo García
Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México
A poco más de cinco años de que el gobierno federal emprendió una intensa campaña para acabar con las organizaciones sociales y, en particular con el Movimiento Antorchista Nacional (MAN) que incluyó: agresiones directas en las mañaneras: acusaciones sobre “moches” y enriquecimiento ilícito; bloqueo de cuentas bancarias de negocios absolutamente legales que están a nombre de algunos dirigentes antorchistas, bloqueo e indiferencia por parte de la 4T para dar solución a graves problemas de infraestructura en colonias y comunidades marginadas y la entrega a diestra y siniestra de “apoyos directos” a grupos vulnerables a fin de envolverlos en sus redes, pero sobre todo para que no se volvieran a acercar a las organizaciones sociales y en especial a la Antorchista.
Ninguna de esas estrategias ha dado los resultados que el presidente esperaba pues, a más de cinco años de constantes agresiones, el Movimiento Antorchista Nacional (MAN) sigue vivo y cada día demuestra que no sólo ha resistido los embates gubernamentales, sino que orgulloso se levantan a luchar para exigir sus derechos, que deben traducirse en mejores condiciones de vida para todos los mexicanos, no sólo para los antorchistas.
Con ataques pagados con dinero público –utiliza las mañaneras para atacar–, el Mandatario creyó que sería la jugada perfecta para acabar con las organizaciones sociales y, lamentablemente, algunas de ellas no resistieron y desaparecieron luego de infructuosos intentos por no hacerlo. No ha sido el caso de la organización Antorchista porque, como ha dicho desde hace 50 años en que nació en el pueblo de Tecomatlán, Pue., no nació para vivir del pueblo, sino para mejorar sus condiciones de vida y eliminar la desigualdad que sufren millones y millones de mexicanos, la cual está derivada de la sociedad capitalista que enriquece cada vez más a unos cuantos potentados y deja en la miseria a la mayoría de la población.
La campaña que el presidente de la república inició desde antes de que asumiera el poder, el pasado 1 de diciembre de 2018, disfrazada de “combate a la corrupción”, realmente está dirigida a acabar con las organizaciones sociales y, aunque el presidente diga lo contrario, tiene como objetivo final acabar con los derechos ciudadanos conseguidos en largos años de lucha democrática, como son los de: organización, petición y libre manifestación de los mexicanos, a los que ha bombardeado día a día. No lo dice, pero con esto, el presidente se revela como un conservador neoliberal.
Con los “apoyos directos” de programas sociales (pensiones para adultos mayores y madres solteras, becas Benito Juárez, Sembrando vida, a miembros de la comunidad LGTBIQ+, etc.), el presidente de México está acabando con la unidad y solidaridad que tenían los mexicanosaglutinados en organizaciones sociales; ahora, muchos de ellos sólo se preocupan por recibir su dinero y son indiferentes a las dificultades por las que atraviesan sus vecinos: si comen o no, si están enfermos y no tienen atención médica porque los hospitales no tienen médicos ni medicinas o si los niños van a la escuela o no, al fin y al cabo, con el dinero que reciben cada dos meses, ellos resuelven algunos de sus problemas personales y nada más importa.
Lo que muchos no han entendido, es que ese dinero no sale de los bolsillos del Mandatario federal ni de la 4T, sino de los impuestos que todos los mexicanos pagamos. Y no es para menos, pues a los beneficiarios de los programas del Bienestar se les engaña para que crean que si tienen esos apoyos es por la bondad del presidente de la república, pues los mal llamados “servidores de la nación” –quienes también reciben sus sueldos del dinero de todos los mexicanos–, siempre están en campaña: todos los días visitan los hogares de las familias más vulnerables para ofrecerles dinero, pero a condición de que se afilien a Morena y voten por los candidatos de ese partido.
Cierto que millones de mexicanos requieren apoyos monetarios para medio cubrir sus necesidades, dado que los salarios en México son extremadamente pequeños y, mientras el modelo económico capitalista siga generando pobreza y miseria, tal vez no quede otro camino para ayudar a los más necesitados. Pero que conste que esa ayuda no sale del dinero particular del presidente; es dinero que los mexicanos pagamos vía impuestos, pues sólo así el gobierno federal puede acumular tanta riqueza.
Si el presidente de la república fuera tan transformador, estaría obligado a poner reglas claras y estrictas para que los dueños de las fábricas y, en general, de los medios de producción, pagaran salarios dignos a sus trabajadores, con los que pudieran satisfacer dignamente todas sus necesidades: vivienda, alimento, educación, salud y recreación. Así, el dinero público podría aplicarse en infraestructura y proyectos productivos nacionales para beneficio de todos.
¿Por qué López Obrador no exige mejores salarios para toda la clase trabajadora? Porque no quiere enemistarse con los multimillonarios –nacionales y extranjeros– que lo llevaron a la presidencia de México y que finalmente le quiten el puesto.
Ni los ataques, ni las calumnias ni los apoyos monetarios directos han logrado desaparecer al Movimiento Antorchista Nacional, organización que este año cumple 50 años de existencia; es más, ni las estrategias millonarias que los gobiernos federal y estatal instrumentaron en 2021 para derrotar electoralmente a los militantes antorchistas candidatos a las presidencias municipales de Ixtapaluca y Chimalhuacán, en el Estado de México, han logrado acabar con la organización social más grande y estructurada del país.
Antorcha existe en todo México y para que a nadie le quede duda de ello, los invito a echar un vistazo a las redes sociales, ahí confirmarán que, a 50 años de su fundación, los antorchistas gestionan y luchan por conquistar mejores condiciones materiales de vida, pero también por defender y reivindicar las grandes conquistas democráticas que a lo largo de la historia han logrado los mexicanos.
Por estos días, en el Estado de México, grupos de colonos, trabajadores, campesinos, y estudiantes, entre otros, pintan bardas con importantes demandas sociales sintetizadas en frases como: Por un México seguro, alto a los feminicidios, por una vida mejor para los trabajadores; empleos, buenos salarios y obra pública.
Con esa sencilla acción, esos grupos de mexiquenses exigen al gobierno federal que respete los derechos progresistas conquistados por millones de mexicanos: los derechos de organización, petición y libre manifestación. Además, también muestran su profunda convicción de ser Orgullosamente antorchistas para seguir Luchando juntos, luchando siempre por una sociedad más justa, más democrática y progresista para todos.
¡Enhorabuena antorchistas! Adelante con la lucha que no solo beneficiará a los afiliados a su organización, sino a todos los mexicanos.