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¡Qué obsesión con Antorcha!

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Laura Castillo García

Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México

“Por favor, ¡qué lo lleven a terapia para que supere esa obsesión!”, claman miles de mexicanos al ver que, una y otra vez, el señor López Obrador lanza acusaciones en contra de Antorcha Campesina, organización social a la cual ha intentado desaparecer utilizando varias estrategias, entre ellas las calumnias, mismas que no le han funcionado: la organización social sigue vivita y coleando a pesar de los ataques que el presidente con su gran poder le ha infligido durante cerca de cuatro años, por lo cual no solo se encuentra molesto, sino verdaderamente enrabiado.  

En la última semana, Antorcha Campesina ha sido objeto de dos menciones presidenciales que ha emitido desde su púlpito de las conferencias mañaneras. Ya saben, su acusación favorita es que los Antorchistas gestionaban obras y programas sociales a fin de quedarse ellos mismos con millones de pesos y, por lo mismo, no llegaban a los supuestos beneficiarios, lo cual es absolutamente falso dado que las obras están de pie en los miles de asentamientos humanos para los cuales fueron gestionadas y las entregas de programas sociales quedaron asentados en los archivos de las secretarías o direcciones gubernamentales.

Desde hace casi cuatro años, López Obrador viene repitiendo eso, pero en todo ese tiempo no ha presentado una sola prueba para mostrar que es verdad lo que asegura. ¡Ni una sola prueba ha presentado! Y eso que tiene miles de empleados que, si existieran esos delitos, podrían demostrarlo para castigar contundentemente a los infractores. Es más, ni siquiera su mentada Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) –al frente de la cual estuvo su mañoso, perverso y corrupto guardián Santiago Nieto Castillo–, pudo presentar ni siquiera una prueba de la tan llevada y traída corrupción que se le endilga a Antorcha.

López Obrador está obsesionado por borrar del panorama nacional a Antorcha Campesina porque sabe que su presencia puede arruinarle sus planes de dominar a los mexicanos, toda vez que sistemáticamente los Antorchistas –y en especial su dirigente nacional, Aquiles Córdova Morán–, le muestran al pueblo que el presidente miente para justificar que su gobierno solo beneficia a la clase rica de este país y que ignora y margina tanto a la clase media como a los más mexicanos más pobres, a los cuales tiene al borde del abismo por la falta de medicamentos en las instituciones gubernamentales y ahora por la creciente inflación alimentaria, que ya no permite a la gente comprar kilos de arroz, frijol, tortillas o detergente, por lo que ahora optan por comprar a granel esos productos.

El mandatario miente cada día más porque tiene miedo que por su mal gobierno los mexicanos lo manden estrepitosamente, junto con su 4ªT, a su rancho bien llamado La Chingada.

Como ya intentó de todo para desprestigiar a Antorcha y a la fecha no ha podido acabar con ella, ahora López Obrador vuele a calumniarla para ayudar a sus “siervos de la nación” a convencer a la militancia Antorchista de irse a las filas de Morena con el argumento de que ésta les dará más pensiones para abuelitos o becas para preparatorianos y ninis. Pero como eso no resuelve los graves problemas de infraestructura o alimento, tampoco prenden en el pueblo las agresiones mediáticas en contra de los Antorchistas, quienes son los únicos que les ayudan a gestionar la solución a diversas necesidades –como su precaria vivienda– y, con ello, alivian un poco las frágiles condiciones en que viven y las carencias que padecen.

A las acusaciones falsas se les llama calumnias. Y así como los detractores de Antorcha no han podido comprobar que sus militantes hayan delinquido y, por el contrario, sí se ha comprobado que las acusaciones presidenciales son viles calumnias porque los Antorchistas somos luchadores sociales y no delincuentes, tampoco encontrarán ninguna prueba que demuestre que recibimos “recursos en efectivo y al margen de la ley” provenientes de programas u obras sociales, los cuales siempre fueron manejados por instancias gubernamentales y no por manos antorchistas.

Como dije en una colaboración publicada en varios medios de comunicación el 30 de agosto de 2020:  “acusar no es probar”; pero acusar sin pruebas sí es mentir para perjudicar y desacreditar al opositor, como lo hace el señor López Obrador. Pero que no se confíe, son tantas las mentiras que diariamente dice en sus mañaneras –dicen los estudiosos que por lo menos miente 80 veces en cada emisión–, que llegará el momento en que la gente emita francas carcajadas ante sus mentiras. Solo así superará la obsesión que tiene por Antorcha Campesina, la cual existirá mientras siga habiendo pobreza en México, pues la organización es la única arma que le queda al pueblo para defenderse de los malos gobiernos.

Antorcha Campesina, como desde hace 48 años, sigue y seguirá con la frente en alto luchando por un país mejor para todos.