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Riqueza, vanidad y orgullo, las tres tentaciones a las que el cristiano se enfrenta diariamente: Papa Francisco

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  • El gobernador mexiquense, Eruviel Ávila Villegas y el alcalde de Ecatepec, Indalecio Ríos Velázquez dieron la bienvenida al Sumo Pontífice, a su arribo a este municipio donde celebró lo que fue su segunda Ceremonia Litúrgica en México.

Por: Ricardo H. Solís

Ecatepec, México.- En lo que fue su tercer día en territorio mexicano, el Papa Francisco llegó al municipio de Ecatepec, que con más de 1 millón 700 mil habitantes, es el más poblado del Estado de México y el segundo a nivel nacional, luego de la Delegación Iztapalapa de la Ciudad de México, que cuenta con una población de más de 1 millón 800 mil habitantes, según datos estadísticos del INEGI.

El gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas da la bienvenida al Sumo Pontífice.
El gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas da la bienvenida al Sumo Pontífice.

Luego de un vuelo en helicóptero de poco más de 40 minutos por el Valle de México, desde donde el Papa Francisco pudo apreciar los distintos lugares turísticos del centro del país: Las Pirámides de Teotihuacán, entre otros, el Arzobispo de Roma y líder espiritual de los más de mil doscientos millones de católicos en el mundo, arribó -acompañado de su comitiva- al helipuerto adaptado en el predio El Caracol, sobre la carretera Lechería–Texcoco.

Ávila Villegas entrega al Papa Francisco Árbol de la Vida en miniatura y Pergamino de Visitante Distinguido.
Ávila Villegas entrega al Papa Francisco Árbol de la Vida en miniatura y Pergamino de Visitante Distinguido.

En este lugar le esperaban el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas y el alcalde de Ecatepec, Indalecio Ríos Velázquez, quienes le recibieron a nombre de los más de 16 millones de mexiquenses y le entregaron un Pergamino que lo declara Visitante Distinguido, un Árbol de la Vida en miniatura y a dos caras, hecho en barro por manos mexiquenses, una de las caras con la imagen de la Virgen de Guadalupe y la otra, con una reproducción de la escultura de La Piedad, de Miguel Ángel y las Llaves de la Ciudad hechas de bronce.

El presidente municipal de Ecatepec, Indalecio Ríos Velázquez entrega la Llave de la Ciudad al Vicario de Cristo.
El presidente municipal de Ecatepec, Indalecio Ríos Velázquez entrega la Llave de la Ciudad al Vicario de Cristo.

De ahí, el Sumo Pontífice fue guiado por el obispo de la Diócesis de Ecatepec, Óscar Roberto Domínguez Couttolenc, hacia la Unidad de Estudios Superiores de Ecatepec donde S.S. Papa Francisco conmemoró la Segunda Ceremonia Litúrgica en México. Se calcula que alrededor de 2 millones de personas, provenientes de los distintos municipios mexiquenses de la región, de las delegaciones del D.F. hoy Estado 32 del país, entre las que destacaron las 400 mil que estuvieron en el predio donde se conmemoró la Santa Misa y los más de 1 millón 400 mil feligreses que en su recorrido de casi 16 kilómetros (8 kilómetros de ida y 8 de vuelta) le aclamaron con cánticos, rezos y porras.

El Papa Francisco, en su camino a la Unidad de Estudios Superiores de Ecatepec.
El Papa Francisco, en su camino a la Unidad de Estudios Superiores de Ecatepec.

En esta ocasión, el tema de su homilía fue acorde con lo señalado en las lecturas del antiguo testamento y del evangelio, correspondiente al Primer Domingo de Cuaresma y que el Papa Francisco supo trasladar en el tiempo y en sus efectos, a la actualidad que se vive, no solamente en México, sino en todo el mundo: Las tres tentaciones de Cristo.

“El miércoles pasado hemos comenzado el tiempo litúrgico de la Cuaresma, en el que la Iglesia nos invita a prepararnos para celebrar la gran fiesta de la Pascua. Este tiempo de Cuaresma es un buen momento para recuperar la alegría y la esperanza que hace sentirnos hijos amados del Padre”, fueron sus primeras palabras.

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Y agregó “Cuaresma, tiempo de conversión porque a diario hacemos experiencia en nuestra vida a de cómo ese sueño se vuelve continuamente amenazado por el padre de la mentira, escuchamos en el evangelio lo que hacía con Jesús por aquel que busca separarnos, generando una sociedad dividida y enfrentada. Una sociedad de pocos y para pocos”.

“Cuántas veces experimentamos en nuestra propia carne, o en la de nuestra familia, en la de nuestros amigos o vecinos, el dolor que nace de no sentir reconocida esa dignidad que todos llevamos dentro. Cuántas veces hemos tenido que llorar y arrepentirnos por darnos cuenta que no hemos reconocido esa dignidad en otros. Cuántas veces -y con dolor lo digo- somos ciegos e inmunes ante la falta del reconocimiento de la dignidad propia y ajena”, advirtió.

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El Papa Francisco fue más allá al subrayar que la Cuaresma debe ser el tiempo para ajustar los sentidos, abrir los ojos frente a tantas injusticias que atentan directamente contra el sueño y el proyecto de Dios. Tiempo para desenmascarar esas tres grandes formas de tentaciones que rompen, dividen la imagen que Dios ha querido plasmar. Las tres tentaciones que sufrió Cristo. Tres tentaciones del cristiano que intentan arruinar la verdad a la que hemos sido llamados. Tres tentaciones que buscan degradar y degradarnos: Riqueza, vanidad y orgullo.

“La riqueza, adueñándonos de bienes que han sido dados para todos y utilizándolos tan sólo para mí o “para los míos”, es tener el “pan” a base del sudor del otro, o hasta de su propia vida. Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, a sufrimiento. En una familia o en una sociedad corrupta ese es el pan que se le da de comer a los propios hijos”.

“La vanidad, esa búsqueda de prestigio en base a la descalificación continua y constante de los que no son como uno. La búsqueda exacerbada de esos cinco minutos de fama que no perdona la fama de los demás, haciendo leña del árbol caído, va dejando paso a la tercera tentación, la peor, la del orgullo”.

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Es decir: “Ponerse en un plano de superioridad del tipo que fuese, sintiendo que no se comparte la común vida de los mortales, y que reza todos los días: Gracias te doy Señor porque no me has hecho como ellos.

Estas Tres tentaciones de Cristo son las mismas a las que el cristiano se enfrenta diariamente; Tres tentaciones que buscan degradar, destruir y sacar la alegría y la frescura del Evangelio. Que nos encierran en un círculo de destrucción y de pecado, reveló.

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Ante esta lamentable realidad, el Vicario de Cristo preguntó ¿Hasta dónde somos conscientes de estas tentaciones en nuestra persona, en nosotros mismos? ¿Hasta dónde nos hemos habituado a un estilo de vida que piensa que en la riqueza, en la vanidad y en el orgullo está la fuente y la fuerza de la vida? ¿Hasta dónde creemos que el cuidado del otro, nuestra preocupación y ocupación por el pan, el nombre y la dignidad de los demás son fuentes de alegría y esperanza para vencer esas tentaciones?

No obstante, dijo, contamos con este Padre que nos espera para sacarnos las ropas del cansancio, de la apatía, de la desconfianza y así vestirnos con la dignidad que solo un verdadero padre o madre sabe darle a sus hijos, las vestimentas que nacen de la ternura y del amor.

En fin, con este Sermón, el Papa Francisco intentó tocar las fibras más sensibles del ser humano invitándonos a que “quienes hemos optado por Jesús y no por el demonio, recordemos el Evangelio: Jesús no le contesta al demonio con ninguna palabra propia sino que le contesta con la palabra de Dios, con la palabra de la escritura. Porque, hermanos y hermanas, metámonoslo en la cabeza ¡con el demonio no se dialoga, no se pueda dialogar porque nos va a ganar siempre! solamente la fuerza de la palabra de Dios lo puede derrotar. Sabemos que no es fácil, sabemos lo que significa ser seducidos por el dinero, la fama y el poder. Por eso, la Iglesia nos regala este tiempo de Cuaresma, nos invita a la conversión con una sola certeza: Él nos está esperando y quiere sanar nuestros corazones de todo lo que degrada, degradándose o degradando a otros”.

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Posteriormente, Su Santidad, el Papa Francisco se dirigió al Seminario Diocesano donde comió e hizo una escala técnica para después terminar su agenda en el hospital infantil «Federico Gómez», de la colonia Doctores, de la Ciudad de México, donde fue recibido por la Señora Angélica Rivera de Peña, y donde charló -en privado- con niñas y niños con cáncer.

La misa, concelebrada por el Pontífice, 150 obispos y 3 mil sacerdotes, fue acompañada por la Sinfónica del Estado de México y 200 cantantes de la Diócesis de Ecatepec.

Mañana lunes, viajará al estado de Chiapas, el martes a Michoacán y el miércoles a Ciudad Juárez, Chihuahua, desde donde partirá de regreso al Vaticano.