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Valentía y congruencia

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Laura Castillo García

Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México

A diferencia de la actitud asumida por empresarios y políticos, quienes no caben de contentos por el triunfo electoral de la candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum Pardo, el político más culto y dirigente del Movimiento Antorchista Nacional, Aquiles Córdova Morán, hizo gala de valentía durante la presentación de su más reciente libro “Intenciones y resultados”, en el cual explica científicamente por qué fracasan las medidas que desde el inicio de su mandato instrumentó el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien dentro de tres meses terminará su administración federal y quien desde hace meses le entregó el bastón de mando de la 4T a la ahora presidenta electa.

La segunda presentación del libro “Intenciones y resultados” se llevó a cabo el pasado jueves 27 de junio, en el salón Barroco del edificio Carolino de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, cuya rectora, Lilia Cedillo Ramírez, también mostró gran valentía al permitir que, en ese emblemático y bello salón de la universidad poblana, el líder nacional antorchista presentara su más reciente libro, el cual ocupa el número 30 de la serie de productos editoriales que viene publicando desde el año de 1997.

La primera presentación de dicho libro se realizó el pasado 23 de mayo en el Club de Periodistas de la Ciudad de México. A pocos días de celebrarse la jornada electoral de la que finalmente salió vencedora la candidata presidencial de Morena, el autor del libro “Intenciones y resultados”, fue enfático al señalar que la presentación de su libro no se trataba de un acto electoral, que no se hacía con el objetivo de dañar la imagen de ninguno de los candidatos a la presidencia de la república; pero de lo que sí se trataba era de decirle a los mexicanos que fuera cual fuera el resultado de la jornada electoral, México no mejoraría si quien llegara a ocupar ese alto cargo no tuviera un proyecto de país que realmente acabara con las graves enfermedades sociales que padece y que dañan a por lo menos 100 millones de mexicanos, de los 130 millones que somos.

Y es que Córdova Morán no comparte –ni nunca lo ha hecho– la visión del presidente López Obrador de que el problema fundamental de México es la corrupción, enfermedad que se deriva de la división de la sociedad en clases, en donde el sistema trabaja para beneficiar a unos cuantos –como a los multimillonarios Slim, Servitje, Salinas Pliego, Larrea, etc., a los que favorece AMLO– y empobrece a la gran mayoría de los habitantes de un país: más de 100 millones de mexicanos viven con salarios que no les alcanzan para satisfacer todas sus necesidades materiales y las de sus familias. De ahí que haya creciente corrupción, pues hay millones de personas que quieren adquirir las mercancías que le ofrecen en la televisión, la radio, la publicidad en general y saben que, con su raquítico salario, nunca van a poder acceder a ellas. Por eso también vemos corrupción en gran escala en los funcionarios que manejan el dinero de la nación, quienes se corrompen para acceder a las mercancías que no pueden comprar con su salario. De ahí que veamos a cientos de funcionarios que roban dineros públicos para ir a jugar a Las Vegas, comprar coches y casas de lujo o mansiones; realizar viajes de ensueño con cargo a la nación, educar a sus hijos en escuelas del extranjero o en exclusivos colegios nacionales; abrir negocios particulares que luego aparecen como proveedores “legales” de instituciones públicas, etc.

Todo eso, ciertamente, hay que combatirlo, pero solamente se podrá hacer con seriedad, y lograrlo, cuando al país lo gobiernen políticos que verdaderamente trabajen por el bien del pueblo: necesitamos un gobierno que genere empleos suficientes para todo mexicano en edad de trabajar; que llegue a acuerdos con los empresarios –empezando por los más grandes– para pagar salarios suficientes a sus trabajadores; que hagan obra pública para que no haya mexicanos discriminados y que todos vivan dignamente, con obras públicas en sus colonias que les permitan caminar seguros por las calles, que tengan espacios deportivos y culturales, con entrenadores y maestros, que les permitan desarrollar totalmente sus capacidades; que den a todos los mexicanos un servicio de salud pública que ofrezca alternativas científicas y gratuitas para curar los graves males que actualmente sufre la humanidad y que no sólo ofrezcan el cuadro básico de medicamentos: paracetamol, penicilina, omeprazol, metformina, etc. Con bombo y platillos, López Obrador engañó a los mexicanos cuando les dijo que el país tendría un sistema de salud de alta calidad como el de Dinamarca… y sigue engañándolos pues, a tres meses de que acabe su periodo presidencial, sigue diciendo que será mejor que el de Dinamarca, pero ya nadie cree que esto vaya a suceder.

López Obrador tuvo la oportunidad de trascender como el mejor presidente que ha tenido el país, siempre y cuando hubiera hecho todo lo mencionado en el párrafo anterior, pero no lo hizo porque su objetivo fue solamente acabar con la corrupción, pero tampoco cumplió con ese punto central de su gobierno: todo el que tenga algún conocido trabajando en la administración pública sabe que los puestos de más alta responsabilidad, por los conocimientos que implica, el gobierno morenista se los ha otorgado a “ninis” sin conocimientos, sin experiencia y que están ahí porque son esposas, esposos, hijos, hijas, cuñadas, cuñados o compadres del secretario de Gobierno o del director de alguna institución. Y todos esos “parásitos corruptos” desplazaron de esos puestos a verdaderos profesionales del ramo, quienes ahora están desempleados porque no se prestaron a las corruptelas de Morena y porque no comulgan con ésta.

Dice el presidente que “acabó con la pobreza” porque otorga 28 millones de apoyos directos a los más necesitados del país; pero eso tampoco es cierto, porque una vez que le llega el apoyo a la gente, son tantas sus necesidades o deudas, que se lo acaban en tan sólo una semana. Lo que realmente hizo Morena al otorgar esos apoyos directos fue fomentar la corrupción entre los más necesitados, no sólo porque monetariamente se benefician los operadores de programas sociales y los funcionarios del Banco del Bienestar, sino que con esa acción López Obrador y Morena compraron los votos que llevaron a Claudia Sheinbaum a la presidencia de México.

La presidenta electa ya dijo que seguirá el mismo camino que su mentor político, quien no deja un país destruido, por lo que dentro de seis años veremos un México en el que creció el abandono, pues no habrá obra pública en las comunidades marginadas, el número de empleos no subirá, habrá más gente desempleada, corrompida y atada políticamente a Morena porque ésta la tendrá fuertemente sujeta del cuello gracias al dinero que les da cada dos meses.

En la presentación del libro “Intenciones y realidades” sucedida en la capital poblana, Córdova Morán dijo claro y fuerte, como lo ha repetido una y otra vez desde hace más de 50 años, que el problema fundamental del país es la creciente pobreza; que lo que hace falta no son apoyos directos a los necesitados, sino que se requiere que el país siga un modelo económico más justo, equitativo y humano, para que todo mexicano goce de empleo, bien remunerado, de obra pública y que los impuestos que pague sean acordes al monto de sus ingresos. Y eso, no podrá hacerlo Claudia Sheinbaum, como no lo hizo AMLO, ni todos los presidentes que les han antecedido.

Los planteamientos que Córdova Morán hizo en las dos presentaciones de su libro “Intenciones y realidades”, pues, son valientes y congruentes: valientes porque se arriesga a que le caiga todo el peso del poder político una vez que Sheinbaum llegue al poder el próximo 1 de septiembre, así como ha sucedido con AMLO, que tiro por viaje agrede al antorchismo con la finalidad de acabar con una organización social y popular que le estorba; y son congruentes porque, desde hace más de 50 años, Córdova Morán dijo que el verdadero enemigo de México, y de Antorcha, es la pobreza y su organización se dedicaría a combatirla, cuestión que día a día ha hecho, pero que ahora plantea que para tener mejores resultados es necesario y urgente un cambio de modelo económico, político y social.