Por: Antonio Zacarías
Debido al creciente número de contagios y al incremento en la cantidad de defunciones causadas por coronavirus varios estados del país regresaron a semáforo naranja, incluso algunos estados como Chihuahua y Durango se declararon en semáforo rojo.
Y no es para menos, pues en México se registran ya 90.309 muertes a las que se les deben de sumar 15 mil defunciones por “neumonía atípica”(eufemismo a parte) lo que significa que en nuestro país se concentra el 10% de las defunciones a nivel mundial -las muertes por covid en el mundo ascienden a 1.1 millones. El creciente número de fallecimientos revela que el gobierno de López Obrador ha sido incapaz de contener el avance del coronavirus y sobre todo los terribles efectos sobre la economía, la educación y la salud de los mexicanos.
La OCDE actualizó sus proyecciones y en su primer escenario estimó que el PIB de México se contraerá 7.5 por ciento en 2020 y repuntará 3 por ciento en 2021. En un segundo escenario, en el que se contempla un rebrote de contagios de COVID-19, prevé una caída de 8.6 por ciento en este año. ¿Qué efectos tendrá sobre el empleo? De acuerdo con estimaciones de la OIT el total de empleos en riesgo de verse afectados por la pandemia asciende a 24 millones 501 mil puestos de trabajo, lo que representa 44 por ciento de la población ocupada en México (55 millones 352 mil 304 personas), dicho de otra forma hay 24 millones de trabajadores que están en riesgo de perder su empleo. ¿Que implicaciones tendría(o tiene, pues ya hay 12 millones mas de desempleados) la pérdida de estos empleos? Como respuesta ofreceré un solo ejemplo-muy familiar para todos-, en los grupos de whatsapp permanentemente se pueden leer mensajes de padres de familia o de estudiantes que refieren que no tienen para ponerle “saldo” al teléfono porque no ya no tienen empleo o porque simplemente no les alcanza. Y ante esta situación, brilla por su ausencia un plan gubernamental para evitar que las familias sufran hambre.
Hay que señalar que, en la medida en la que avanza el ciclo escolar, los problemas que enfrentan los maestros y estudiantes cada vez se hacen más agudos. De entrada habrá que reconocer que los aprendizajes esperados han disminuido o simplemente no se han alcanzado -desafortunadamente los niños y jóvenes en la mayoría de los casos solo se remiten a “mandar” las tareas, ya que no pueden acceder a clases virtuales en tiempo real-, situación que se hace más profunda entre las distintas poblaciones de estudiantes. Está claro que el COVID-19 afecta más a los estudiantes pobres del medio urbano y del medio rural, y aunque López Obrador en su segundo informe dijo que para el 2021 en todo el país habrá internet, su afirmación- como muchas otras- no sirve para resolver tan apremiante problema; la necesidad de la red en todo el país es ahora, las promesas no sirven para resolver la necesidad de los estudiantes. Mientras López Obrador no impulse de forma gratuita el internet para todos los estudiantes, mientras no se dote de una dispositivo que permita que los estudiantes se “conecten” el ciclo escolar continuará con más pena y sin ninguna gloria.
Poco se ha dicho sobre como el confinamiento y sus efectos han impactado en la salud de la población. La OPS (organización panamericana de la salud) ha señalado que: el coronavirus está afectando la salud mental de muchas personas. Datos de estudios recientes muestran un aumento de la angustia, la ansiedad y la depresión. De acuerdo con Marian Cerna, académica del área de Reflexión Universitaria de la Universidad Iberoamericana campus Ciudad de México, explicó que la presencia del nuevo coronavirus y todas sus implicaciones: el encierro, estrés, incertidumbre, crisis económica y estados emocionales de angustia, pudo haber influido en el incremento de los suicidios hasta en un 20% en el país.
Este es el sombrío contexto en el que viven los mexicanos. Ante estas situaciones, los docentes organizados en Antorcha Magisterial, nos hemos impuesto el reto de eficientar el modelo de atención para hacer que ningún estudiante se quede sin clases y para que nadie deje de aprender a pesar de las condiciones. Pero, sobre todo nos hemos impuesto el reto de hablar con todos los integrantes de la comunidad escolar y con otros docentes y con todos aquellos que estén involucrados directa e indirectamente en el proceso educativo para que cobremos conciencia de la situación en la que estamos viviendo y, sobre todo para que a partir de ello reconozcamos la urgencia de organizarnos y luchar para exigir al gobierno de Morena mejores condiciones de vida y medidas inteligentes para resolver los temas urgentes que tanto preocupan a los mexicanos.