- Las ofensas infantiles producen daño irreversible a la autoestima del niño si no se atienden a tiempo.
- Es impostergable que los padres cuenten con herramientas para que puedan identificar con éxito si su hijo atraviesa por esa situación.
Ciudad de México, D.F.- Es muy común que en nuestro país, la sociedad suela burlarse del otro (incluso lo vemos actualmente con los memes en las redes sociales). Muchas veces criticamos y enjuiciamos, pero hay una línea muy delgada que marca hasta donde podemos llegar para evitar afectar al otro, pues en ocasiones no está en condición anímica para escuchar nuestra crítica y podemos afectarlo en su autoestima.
El bullying, como lo llamamos actualmente, siempre ha existido en nuestra sociedad. Se trata del hecho de que alguien nos molesta, ofende y critica, en cualquier etapa de nuestra vida. Lo alarmante es que en la niñez puede llegar a tener grandes impactos negativos en el comportamiento.
Nancy Valdés, creadora del Programa Valdúa, dirigido a niños de 3 a 11 años, explica que “este impacto puede reflejarse en el tema de cómo el niño se siente consigo, su autoestima, y el juicio que la gente se forma de él”.
El Programa Valdúa, tiene sus bases en escuelas Finlandesas. Nancy Valdés explicó que durante su estancia en Finlandia, no encontró ningún caso de bullying: “Dentro del aula, lo más cercano fue un conflicto de juegos de construcción entre niños donde uno tiró el juego del otro, la reacción del niño agredido fue: lo que hiciste me molestó pero lo puede volver a construir”.
Lo anterior “nos muestra, y confirma, que si les enseñamos a dialogar a los niños, cuando crezcan y se enfrenten a la vida adulta sus problemas podrán ser resueltos a través del diálogo, sin recurrir a la violencia”.
¿Cómo sabemos si un niño sufre de bullying? Cuando es molestado, criticado e incluso agredido físicamente. En ocasiones el niño es obligado, por segundas o terceras personas (a veces el bullying se da en grupo) a hacer cosas a sabiendas que no son adecuadas y van en contra de sus principios. Por ejemplo: molestar o violentar física o verbalmente a alguien más, hacer alguna travesura, dar dinero a cambio de una amistad escolar, etc.
Durante su plática, Nancy Valdés nos comenta que la mejor manera de ayudar a un niño es “ser empático con él y estar al pendiente de cómo se desarrolla en su entorno, sin ponerlo en riesgo, esto implica enseñarle a poner límites a sus compañeros para empezar a elevar su autoestima”.
De acuerdo a los resultados de los debates legislativos de 2012, en ese año murieron en nuestro país al menos 5190 menores por causas relacionadas con el bullying, lo que nos da idea de la importancia de voltear a ver este problema que cada vez aqueja a más niños.
Por eso, la creadora del Programa Valdúa, menciona 5 consejos para la orientación adecuada en el tema:
- Como padre o madre de familia es necesario observar a los hijos. Es necesario dejar de dar consejos, guardar silencio y sólo observar. Hechos como: “por qué tiene el cuarto como lo tiene, como acomoda sus colores, sus útiles y sus pertenencias. Ello te dice quién es el niño y lo que aprende, desde ese lugar podemos observar cambios en su vida”.
- Pregúntale, cuestiónalo. Como adultos, necesitamos abrir canales de comunicación. Saber lo que le dijeron al niño, cuando ocurrió, qué derivó ese comentario, cuál fue la postura de las autoridades, etc.
- Sé neutro en tus expresiones y empático. Permite que él se exprese sin juzgarlo para que sepas como apoyarlo.
- Dale a los niños el poder de decisión. Pregúntale: ¿Cómo resolverías el problema? ¿Quieres que yo hable con la maestra para arreglar el problema? ¿Quieres hablarlo tú? ¿Cómo lo quieres resolver? “Ya que el niño se haya expresado, hay que hacerle saber que estamos ahí, acompañándolo y preguntarle ¿qué quiere de nosotros? ¿cómo lo apoyamos?”. De esta forma los niños aprenden a resolver su problema en base a su entendimiento y dimensiones.
- Toma acción respecto a las decisiones tomadas en conjunto. Si al final, siendo tú el adulto, necesitas agregar algo, dilo como sugerencia y no como imposición.
Cada niño tiene una vida propia y necesita aprender a resolver sus situaciones, como padres o maestros se necesita tener la autorización del pequeño para actuar en su vida, así ellos aprenden a resolver sus problemas siendo guiados por la figura de un adulto, logrando acrecentar su autoestima, sus valores y formando así una mejor persona para su vida adulta.