Por: Carlos Ugalde Sixtos
Por si no fueran suficientes los estragos que la pandemia ha causado entre los trabajadores, aunado al casi total abandono de los tres niveles de gobierno, ahora se viene a sumar la eliminación, por parte del gobierno de la 4T, de 109 fideicomisos. Con esta supresión se está desamparando la actividad educativa, científica, técnica, de investigación, al deporte de alto rendimiento, a la actividad cultural, a los directores y artistas, trabajadores del cine, etc. Asimismo se está desamparando a las comunidades que sufren o sufrirán algún tipo de desastres.
Pero esta no es la primera vez que el gobierno morenista le quita al pueblo de México beneficios que, en la mayoría de los casos, había logrado con grandes sacrificios. Desde sus inicios, la administración morenista ha privado a los más desprotegidos de nuestra sociedad de apoyos tan importantes como lo eran las guarderías infantiles, los comedores comunitarios, el programa Progresa, redujo significativamente la distribución de leche Liconsa, etc. La justificación que ha esgrimido para tales acciones, es la de que en todos esos programas asistencialistas había siempre existido mucha corrupción. Pero contra toda lógica racional, en vez de modificar el mecanismo de funcionamiento para evitar la corrupción, opta por desaparecer al organismo, es decir, “tira al bebé junto con el agua sucia de la bañera”. Si un médico siguiera esa misma lógica, en vez de curar a sus pacientes, los mataría a todos. Pareciera que, así lo han dejado ver en casi dos años que llevan gobernando, que quieren hacer realidad, a toda costa, su slogan “estamos haciendo historia”. Y sí que están haciendo historia, pero a lo Eróstrato, un pastor de Éfeso que, no pudiendo ser famoso por algún hecho positivo, optó por incendiar una de las siete maravillas del mundo antiguo (templo de Artemisa) para lograr su objetivo de pasar a la historia. En efecto, al igual que con el caso de Eróstrato, la historia siga narrando 2300 años después, la labor destructiva que en plena pandemia implementó el gobierno de la 4T.
Se quejaba el presidente hace poco en una de sus mañaneras, de ser el más atacado de todos. Es probable que así sea. Lo que si es seguro es, salvo su mejor opinión caro lector, que es el primer mandatario que ha levantado mayor expectativa en lo referente a beneficiar al pueblo trabajador y, al mismo tiempo, el que más lo ha decepcionado. Prueba de ello es el número de votos que lo llevó al poder y el nivel de aceptación que diversas empresas encuestadoras que decían que tenía hasta hace poco. Pero las acciones antipopulares y las justificaciones endebles, tarde o temprano dieron al traste con su nivel de aceptación. El gobierno de la 4T se ha convertido en algo indefendible hasta para sus más fieles seguidores. Y es que su principal objetivo, el combate a la corrupción, cada vez se ve más difícil de poder alcanzarlo, sobre todo ahora que han salido a la luz actos corruptos de algunos integrantes de Morena: la expresidenta del Partido que no puedo justificar millones, el hermano del presidente en un video recibiendo dinero, el gobernador de Puebla entre los siete señalados por Lozoya que recibieron sobornos millonarios, los hijos del presidente que de la noche a la mañana aparecen como grandes empresarios, etc., etc.
La eliminación de los fideicomisos también nos confirma que la Cámara de Diputados sigue servilmente los dictados del ejecutivo, así sean estos acciones antipopulares y antipatrióticas como es el caso. Por ello es de esperar que en la contienda electoral de 2021 -que es precisamente para relevar a los actuales diputados, 14 gubernaturas y cientos de presidencias municipales-, el pueblo trabajador, que casi nunca sabe por quien votar, para ese momento ya tenga bien claro, por lo menos, por quien no hay que votar. Que así sea.