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Lo que hay que defender del compañero Tolentino

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Emiliano Mejía Reséndiz

Aún no concluye la administración del biólogo Jesús Tolentino Román Bojorquez y ya hay hechos claros y contundentes ejemplos de que está siendo víctima de persecusión política de la más baja calidad moral. Para los que lo conocemos, hemos vivido y convivido con él en los últimos 36 años, lo menos que podemos hacer es reivindicar la verdad y no dejar que se le calumnie impunemente.

No obstante, no me voy a referir a sus logros materiales para lograr la transformación de Chimalhuacán de ciudad perdida en una ciudad moderna con múltiples opciones educativas, culturales, deportivas, etc. ya que eso está a la vista hasta para el más necio defensor de Morena. Voy a hacer énfasis en el aspecto humano de un luchador social que logró aglutinar y encabezar al proyecto del Nuevo Chimalhuacán.

En ese sentido me voy a permitir relatar una anécdota del primer año en que llegó a este municipio y que retrata al compañero en su esencia, creo yo. Resulta que una tarde bajábamos del circuito nativo unos 13 compañeros, íbamos por avenida Cozamaloc (no recuerdo de dónde veniamos). Poco antes de llegar a la Avenida del Peñón se había formado una gran laguna en donde se encontraba un carro al que se le habían mojado las bujías, o tal vez hasta el motor, y el dueño casi suplicándonos (y con el agua hasta la cintura) nos pedía que le ayudáramos a sacar su vehículo. Para mi gran asombro y agradable sorpresa, el maestro Tole, como respetuosa y cariñosamente nos dirijimos a él, nos propuso que sí ayudáramos y así lo hicimos: en un dos por tres sacamos al auto del agua y el dueño quedó eternamente agradecido. Eso sí, nosotros quedamos empapados hasta la cintura de agua con lodo.

A la llegada del compañero Tole (septiembre del 88), los 24 activistas que habíamos llegado desde enero y que habíamos logrado en marzo el rescate de la Escuela Primaria Emiliano Zapata (EPEZ), vivíamos en dos salones de la escuela, uno para hombres y otro para mujeres, únicamente separados por la dirección. Inmediatamente él con ese agudo tacto humanista hizo las gestiones necesarias para que a las compañeras se les rentara una casa cercana a la escuela. También gestionó la compra inmediata de literas para ya no tener que dormir en el suelo.

Él, al igual que los 13 varones tenía que calentar su agua y esperar su turno para bañarse a jicarazo en el reducido bañito de la EPEZ. De tal manera que mucho antes de las 8 am ya todos estábamos listos para recibir a mas de 500 alumnos.

En aquellos años, los vehículos en la organización eran escasísimos. Cuando por fín le pudimos comprar una camioneta Ram Changer, él nunca mostró hacia ella un fuerte apego de propiedad individual; todo lo contrario: la puso a disposición del colectivo.

De 1990 a 2001 me tocó andar en otros lugares del país, pero en 2002 regresé a Chimalhuacán. Cuan grande y agradable sorpresa fue para mi encontrarme con el mismo hombre sencillo, noble, humilde y proletario al cual dos años en la presidencia no le habían cambiado un ápice su forma de conducirse. Y así, hasta la fecha a pesar de haber sido varias ocasiones Presidente y Diputado federal porque así lo quiso el pueblo chimalhuacano. Hoy sigue viviendo en el hacinamiento junto a varios compañeros en su casa de Santa Elena.  En fin, toda una vida llena de austeridad y honestidad en donde la felicidad está fincada en la capacidad de servicio a sus gobernados.

Dice Federico Engels en su célebre obra “El origen de la familia, la propiedad privada             y el Estado” que si los gobernantes de hoy (que se hacen obedecer por millones de personas) tienen algo que envidiarles a los primitivos (que sólo gobernaban a miles) es ese mando natural que se ganaban con su ejemplo práctico y que no necesitaba de un aparato coercitivo para imponerse. De ese tipo de gobernantes es el compañero Tole: aún tengo fresco en mi memoria cuando se convocó a una faena para echar el piso a todo el patio de la EPEZ. En efecto, una vez conseguido el material, un padre de familia (maestro albañil) se ofreció para dirigir la faena y la mayoría de los maestros (no todos eran antorchistas) entramos como chalanes junto con unos 40 padres de familia. Las mujeres hicieron sentir su participación llevando de comer a más de 80 personas. Aquello era una actividad febril y muy cansada, casi todos acabamos con las manos llenas de ampollas, pero satisfechos de haber constribuído al progreso de tan querida institución. Pues bien, adivinaron, dicha hazaña fue encabezada también por el maestro Tole.

Podría pensarse que no es muy objetiva la imagen antes descrita dado que es de alguien que forma parte de la misma concepción del mundo y de la misma agrupación que él dirige. Sin embargo, esta caracterización la respaldaron con su voto más de 85 mil personas en las pasadas elecciones que, abierta y descaradamente fueron una elecciones de Estado.   

Me temo que los morenistas destruirán la mayoría de las obras materiales que ha promovido el compañero Tolentino y tal vez logren hacer que la gente las olvide poco a poco. Pero la forma humanista de gobernar creo que perdurará por mucho tiempo en la memoria de la población y no me queda ninguna duda de que pronto, muy pronto, volverá a gobernar el proyecto del Nuevo Chimalhuacán.

Como dice el Principito: para conocer la esencia de las personas no hay que ver con los ojos, sino con el corazón.