Laura Castillo García
Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México
Y no me refiero a los seres extraterrestres que decían, en la década de los 60, que llegaban a la Tierra en objetos voladores no identificados (ovnis) a fin de observar y vigilar la vida humana. A ese tema se refería Pedro Ferriz Santa Cruz, pionero de la radio y la televisión en México, quien se distinguió por cultivar la ufología, la cual estudia los fenómenos asociados a los ovnis. La famosa frase de Un mundo nos vigila, la utilizó Ferriz Santa Cruz en un programa de televisión que llevaba ese nombre, en el cual trataba con toda seriedad el tema porque en verdad creía en él.
No obstante que el tema le dio mucha presencia pública a Pedro Ferriz Santa Cruz, jamás pudo comprobar su teoría y tampoco lo han hecho quienes creían o creen en ella. Sin embargo, a la vuelta de más de 50 años, y en plena época de los avances tecnológicos y las redes sociales, la frase acuñada por el destacado comunicador se aplica en toda su extensión.
En una colaboración anterior señalé que por medio de la tecnología desarrollada por el dueño de Facebook, Mark Zuckerberg, la cual aplica a esa red social además de a Instagram y WhatsApp, se pueden conocer los gustos y preferencias más íntimos de los usuarios de redes, y todo lo que tenga que ver con internet, porque esa tecnología está diseñada para obtener los datos, gustos e intereses personales de la gente para posteriormente venderlos al mejor postor: corporativos comerciales o partidos políticos.
Pero eso no es todo. Amazon, el gigante estadoounidense del comercio electrónico, también recopila datos a través de su asistente de voz llamada Alexa: el pasado 19 de noviembre, la revista Forbes publicó una noticia donde da cuenta de cómo Amazon recopila datos: “sobre los consumidores a través de su asistente de voz Alexa, su mercado de comercio electrónico, los lectores electrónicos Kindle, los audiolibros Audible, sus plataformas de vídeo y música, las cámaras de seguridad del hogar y los monitores de actividad física.”
O sea, al igual que Facebook, Instagram y WhatsApp, el gigante Amazon.com Inc recopila datos y preferencias de sus clientes para dar tiros de precisión y ofrecerles mercancías que a estos les gustan y, por tanto, son muy susceptibles de ser adquiridas. Sin embargo, por la cantidad y variedad de datos que recoge de las personas, más parece que las está espiando que recogiendo datos para utilizarlos en el comercio.
La publicación de Forbes da cuenta de las historias del legislador por Virginia Ibraheem Samirah y siete reporteros de la agencia informativa Reuters, quienes solicitaron a Amazon que les proporcionara los datos que sobre ellos había obtenido; fue grande su sorpresa cuando encontraron que “los datos revelan la capacidad de la compañía para conseguir unos retratos sorprendentemente íntimos de los consumidores individuales.”
La información revela: altura, peso y salud del usuario; su origen étnico (a través de pistas contenidas en los datos de voz) y sus inclinaciones políticas, sus hábitos de lectura y de compra, además de su paradero en un día determinado y, a veces, con quién se ha reunido. (Forbes)
De uno de los periodistas de Reuters, Amazon.com Inc recopiló más de 90,000 grabaciones de miembros de la familia, entre diciembre de 2017 y junio de 2021, con una media de unas 70 diarias. Las grabaciones incluían detalles como los nombres de los hijos pequeños del reportero, sus canciones favoritas y las consultas que los niños habían hecho a Alexa en torno a cómo convencer a sus padres de que les compraran videojuegos con alto grado de violencia o qué quería decir pansexual o vagina. O sea, en los hechos, la educación de los niños está en manos de un dispositivo virtual que echa mano de varios softwares para dar respuesta a cualquier tipo de cuestionamientos, pero que nunca se hacen responsables del impacto psicológico y conductual que provocan en los usuarios, y menos en los niños.
Alexa es el asistente virtual controlado por voz de Amazon.com Inc el cual funciona junto a su línea de altavoces inteligentes Echo. Una vez conectado a internet, puedes hacerle cualquier tipo de preguntas: dónde comprar determinada mercancía, consultas escolares, clima, configurar alarmas y recordatorios; hacer videollamadas y solicitar música de todo tipo; conectar dispostivos compatibles con el asistente virtual, como apagado y encendido de luces, televisores, microondas, enchufes o reloj de pared; cámaras, computadoras e, inclusive, coches. Los dispositivos habilitados para Alexa realizan grabaciones dentro de las casas de las personas, y las cámaras de seguridad Ring capturan a todos los visitantes.
Así, a través de Alexa de Amazon, y de las redes sociales como Facebook, Instagram y WhatsApp, el imperialismo registra segundo a segundo nuestras vidas. Pero no lo hace para protegernos o, como muchos piensan, para ahorrarnos tiempo en la búsqueda y selección de los productos que necesitamos. No, nada de eso. Lo hace para fomentar el consumismo y, por tanto, el incremento de sus ganancias; pero, sobre todo, para controlarnos ideológicamente a través de distracciones huecas, vacías, sin sustancia y, sobre todo, para que nos evadamos de los problemas que enfrentamos en la casa, en el trabajo, en la escuela o, en general, en los problemas que tiene la humanidad.
Y si dentro de la información personal, que Alexa recopila de nosotros, encuentra elementos que considere delicados o de riesgo, inmediatamente pone en alerta al servicio de seguridad del Estado para que no nos quite el ojo de encima y, en su momento, fincarnos responsabilidades jurídicas de las que difícilmente podremos salir.
Así pasó con el legislador Ibraheem Samirah, a quien se le captó escuchando el Corán en el servicio de audiolibros de Amazon; pero, cuando se le preguntó a la empresa acerca de por qué registraba esa actividad, respondió que “esos datos permiten a los clientes continuar donde lo dejaron en una sesión anterior.” ¡Ajá! ¡Seguro!
Como bien dijo don Pedro Ferriz Santa Cruz, un mundo nos vigila, pero no a través de seres extraterrestres, sino a través de la tecnología desarrollada por científicos pagados por el imperialismo para controlar a la sociedad y preservar un sistema económico que solo beneficia a los grandes millonarios y no a la humanidad. La tecnología nunca se ha puesto a las órdenes de las grandes mayorías ni se ha desarrollado para ayudar a la humanidad a hacer más fácil su existencia; no, siempre se ha usado para que la gran burguesía haga más eficientes sus procesos productivos y con ello incremente sus ya de por sí inmensas riquezas.