HACIENDO LEÑA: Por Alfonso Lara
Cinco de diciembre de 2013, tras larga infección pulmonar que sostuvo durante años y que se recrudeció los últimos meses, finalmente se fue el también último de los grandes del siglo XX: Nelson Mandela.
Después de Luther King, Gandhi y Ernesto Guevara; nos deja el luchador racista africano más representativo de la raza fuerte y largamente humillada en la historia de la humanidad.
Al igual que Gandhi, la palabra fue su arma poderosa y la más difícil de esgrimir, porque el ser humano, la mayor de las veces, es impenetrable ante esta “arma” utilizada por los filósofos griegos.
Su larga condena de 27 años en la prisión de Robben, incomunicado totalmente con el mundo exterior, siempre se mantuvo en franco diálogo con El cisne de Avon, y su fuente de inspiración con sus ideas fue el libro Las obras completas de Shakespeare; que en su encierro compartió con sus compañeros de prisión llevándoles una luz de esperanza. Tanto así, que lo llegaron a considerar “La Biblia de la Isla de Robben”.
Hay tantas cosas que se pueden decir de Mandela, más aún, ahora que ha marchado al cielo; por lo que prometo escribir algo acerca de esa maravillosa raza negra que tan dignamente representó en su paso por este mundo.
Como decía Mandela: “Me gustan los amigos que tienen pensamientos independientes, porque suelen hacerte ver los problemas desde todos los ángulos”.
Descanse en paz…
